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El Plan de Acción para la Conservación de la Especie Águila Real es un proyecto de alcance federal que tiene como objetivo conservar las poblaciones silvestres de dicha ave y su hábitat

El águila real en San Luis Potosí, un vuelo de esperanza

Prensa Animal/Agencia Conacyt

En la región centro del estado de San Luis Potosí y gracias a los reportes de avistamientos en años recientes, se tiene la certeza de que el águila real se encuentra habitando, y quizá repoblando, una región marcada cada vez más por el intenso crecimiento urbano e industrial, y en la que se creía que no se encontrarían especímenes de un ave tan fascinante biológica y culturalmente.

Pero a pesar de ser un ave bastante popular, aún existen muchos misterios en torno a su comportamiento, sus hábitos más comunes, e incluso sobre la naturaleza de las relaciones que teje entre otras aves de la misma especie.

Según la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), el ave se encuentra a nivel mundial catalogada como de “baja preocupación”, según las definiciones de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), pero que desde 1994 fue catalogada como un ave en peligro de extinción en México.

Un reencuentro con la naturaleza

En entrevista, el biólogo Ángel Frías García, director del Parque Nacional Gogorrón, menciona que águila real es el máximo depredador en términos de aves que históricamente ha estado ligado a México.

Conocida taxonómicamente como Aquila chrysaetos, la variedad que se distribuye en nuestro país es la subespecie conocida como canadensis, una de las cinco identificadas en todo el mundo.

De acuerdo con el Programa de Acción para la Conservación de la Especie Águila Real, se estimaba que su presencia abarcaba casi la mitad del territorio mexicano, sobre todo en las sierras madres y en la Altiplanicie Mexicana, pero afortunadamente su presencia ha sido detectada en al menos 19 áreas naturales protegidas, como en la Sierra Fría de Aguascalientes, o recientemente en el Parque Nacional Gogorrón ubicado en la porción nororiental de la Sierra de San Miguelito, en la zona centro de San Luis Potosí.

“Ha sido más un redescubrimiento del águila real. Han sido casi tres años que sabemos, como parte de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), que existe águila real en el Parque Nacional Gogorrón.

Porque ya con anterioridad otros investigadores han documentado su presencia en la región. Pero ha sido hasta hace poco que sabemos de su presencia aquí. Incluso los pobladores no sabían que existía, porque no la reconocían. Si no sabes lo que estás buscando, la puedes confundir con un halcón de cola roja, o incluso con un cuervo”, comenta Ángel Frías.

Conocida en lengua nahua como cuauhtli o itzcuauhtli, y en inglés como Golden eagle, el águila real es un ave rapaz de gran tamaño que se caracteriza por tener un plumaje café o castaño oscuro, una porción de color más claro en la base del vientre y una cola de color pardo un poco más oscura hacia la terminal. La forma de su pico es también característica, así como el tono dorado con matices rojos que definen el plumaje de la parte posterior del cuello.

No presentan un dimorfismo sexual muy notable, sin embargo, las hembras de águila real suelen ser de mayor tamaño que los machos. Mientras que en los machos la envergadura (distancia entre los extremos de sus alas) va entre los 1.82 metros y los 2.12 metros, en las hembras puede alcanzar hasta los 2.30 metros. Y mientras que ellos llegan a pesar de entre tres a seis kilogramos, ellas llegan a pesar entre 3.8 y 6.6 kilogramos. Los individuos jóvenes, a diferencia de los adultos, presentan un vientre más claro y un dorso negruzco, así como una cola más blanca que los adultos, rematada por una banda ancha de color café oscuro en la terminal.

Famosa por ser altamente adaptativa, el águila real se distribuye de manera principal en todo el hemisferio norte, y se han encontrado especímenes en lugares tan distantes como Noruega, Japón y los Alpes suizos. Su hábitat es radicalmente variado e incluso se ha documentado su presencia a niveles mayores a los tres mil metros sobre el nivel del mar.

El ave también se caracteriza por vivir desde zonas áridas, semidesérticas, montañosas y en climas fríos de alta montaña. Se estima que alrededor del mundo existen entre 120 y 250 mil individuos. Mientras que en nuestro país, al menos hasta 2011, la Conabio reportaba la existencia documentada de 60 individuos en cautiverio y poco más de 50 nidos en estado silvestre.

Gustosa de posarse en las orillas de los acantilados o perchada en postes, el ave es capaz de cazar en pares y de realizar vuelos acrobáticos en actos de cortejo, e incluso de cazar presas de mayor tamaño como borregos o reptiles, como parte de su dieta habitual basada en el consumo de liebres, conejos, roedores e incluso carroña.
Costumbres del águila real

A los tres meses de salir del nido y una vez alcanzada la edad adulta a los cuatro años, las águilas reales permanecen como individuos “flotantes” sin territorios definidos, recorriendo áreas de hasta mil 700 kilómetros cuadrados durante sus movimientos migratorios de exploración, al menos hasta el momento en que buscan pareja reproductiva. Y una de las características más interesantes de su comportamiento es aquel que realizan durante el cortejo.

Los machos, tal y como reportan investigadores como Fulvio Eccardi, realizan “vuelos nupciales” con el fin de impresionar a las hembras. Incluso llegan a levantar rocas de hasta medio kilo de peso para soltarlas a gran altitud, y después volar en picada para atraparlas en plena caída frente a las hembras. Los machos suelen repetir esto hasta tres veces seguidas.

“Tienen otra costumbre. En su estado juvenil, o antes de casarse en términos humanos, visitan a otras águilas. Pero las visitan en rangos de entre 800 a dos mil kilómetros. Se van cruzando territorios quizá buscando pareja o socializando”.
Las parejas de águila real suelen construir juntas el nido y colocarlos en puntos del territorio virtualmente inaccesibles para los investigadores y lejos de posibles amenazas. Se reproducen desde las zonas montañosas y anidan entre los meses de enero a marzo, donde la puesta de huevos tarda de entre tres a cinco días (uno a cuatro huevos por hembra), y los polluelos una vez nacidos tardan de entre 70 a 80 días en emprender su primer vuelo.

Para 2014, se estimaba que en San Luis Potosí, la cantidad de superficie del territorio de anidación para las siete parejas reproductivas avistadas superaba las 95 mil 800 hectáreas, y de acuerdo con el Programa de Acción para la Conservación de la Especie (PACE), estos territorios de anidación en ocasiones envuelven parte de zonas urbanas y campos de cultivo.

Conservación y amenazas

“Cuando yo llegué aquí (San Luis Potosí) ya se habían detectado águilas reales atropelladas en las cercanías de localidades como Escalerillas (ubicada a pocos kilómetros al norte de la capital). Una probablemente se estrelló en el suelo. Son evidencias que nos indicaron la presencia del águila real. No fue que hubiera la expedición para encontrar el águila real. Fueron las evidencias que lamentablemente se trataron de cadáveres. Y si encuentras un cadáver es probable que haya otras aves sobreviviendo. A partir de esos hallazgos es que se ha comenzado a implementar el Plan de Acción para la Conservación de la Especie”, dice Ángel Frías.

El Plan de Acción para la Conservación de la Especie Águila Real es un proyecto de alcance federal que tiene como objetivo conservar las poblaciones silvestres de dicha ave y su hábitat dentro de su rango de distribución histórica en nuestro país, y que además es el resultado de muchos años más de trabajo por parte de instituciones e investigadores preocupados por la conservación de especies amenazadas. Actualmente es implementado por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas.

El director del Parque Nacional Gogorrón comenta que este plan se intenta aplicar dentro del extenso territorio de las águilas, ya que “el ave ocupa un espacio muy extenso por cuestiones de caza y de territorio. No puede haber dos parejas de águila encimadas o en un mismo territorio (…) Sus nidos tienen que estar a una distancia amplia. Es por eso que cuando se trata de conservar el águila no se trata solo de conservar las aves, sino también su territorio”.

De acuerdo con el Programa de Recuperación y Repoblación de Especies en Riesgo (Procer) que implementa la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), también a través de la Conanp, el águila real ocupa el primer lugar en la lista de más de 30 especies en riesgo, amenazadas o en peligro de extinción, como el jaguar, el lobo mexicano, la vaquita marina, el berrendo o la tortuga laúd.
Ángel Frías comenta que entre las amenazas principales que enfrenta la especie están la electrocución a causa de la existencia de redes externas y largas de cableados en las cercanías de sus territorios, así como la cacería furtiva y sobre todo el uso de agroquímicos.

El problema con estos se da por el proceso de bioacumulación a través del cual nuestro cuerpo guarda aquello que comemos. El problema está en los alimentos que consumen las presas del águila, contaminados con plomo, por ejemplo.
“Puede que el ratón no muera al consumir esas semillas, pero el águila caza al ratón, y el plomo que consumió el ratón pasa entero al águila. Los huesos del águila, cuando están contaminados con plomo, son frágiles y en la cacería al momento de frenar durante el vuelo en picada, estos pueden fracturarse causando en ocasiones la muerte del ave. Con los cascarones ocurre algo parecido ya que se resquebrajan al estar contaminados con plomo”.

El aumento de los desarrollos industriales y urbanos en la ciudad capital de San Luis Potosí, que cada vez incrementan su camino hacia las porciones más cercanas a la Sierra de San Miguelito y hacia las inmediaciones del Parque Nacional Gogorrón, también son una amenaza para los territorios y el hábitat del águila real. Aves cuyos cadáveres han sido encontrados por pobladores de cabeceras municipales, como Escalerillas al norte de la ciudad o en Villa de Reyes, a causa de los fatales accidentes de los que son víctimas.

“Estamos hablando de la construcción de carreteras y casas que van reduciendo su hábitat. Aquí en Gogorrón el águila pudo haber estado feliz por todos lados, pero lo que hace ante esta situación es replegarse hacia la sierra. Pero ahora viene la zona industrial, más carreteras, y el águila se interna más y más retrayendo su territorio conforme avanza la mancha urbana”.

Por desgracia, las amenazas anteriores no son el único riesgo. También lo son el desconocimiento que la sociedad civil tiene sobre la fauna en riesgo que habita las áreas cercanas a las comunidades, así como lo era la falta de programas de acción que permitieran elaborar estrategias de monitoreo y conservación oportunas para la protección de especies como esta.

Afortunadamente para el águila real, las actividades de protección y conservación se han llevado a cabo de manera coordinada con las instancias gubernamentales las cuales actúan en coadyuvancia con autoridades municipales y estatales, al menos desde principios de este siglo. Un caso ejemplar es el municipio de Villa de Reyes, con quienes se ha fomentado el trabajo comunitario a través de la incursión en escuelas de talleres de trabajo.

Para Ángel Frías y su colega Xóchitl Navarro Tapia, guardaparque y enlace de alta responsabilidad, se ha tratado de una labor ardua de concientización local que pretende, como fin último, lograr la conservación de la especie a través de la divulgación de lo que se sabe de esta ave que, como si fuera un milagro moderno, parece haber decidido vivir extremadamente cerca de las y los potosinos.
Y es que como uno de los muchos objetivos del plan de conservación de la especie, se establece que el fomento de la participación ciudadana en las estrategias de conservación es una prioridad, mediante la promoción de una cultura e identidad vinculadas al águila, así como su apropiación simbólica y como parte del patrimonio natural de las y los mexicanos.

El año 2006 fue declarado como el año del águila real, y el 13 de febrero de este año fue el Día Nacional del Águila Real. Con motivo de esto es que por segundo año consecutivo se realizó el Encuentro del Águila Real en la comunidad del Saucillo, ubicada en el municipio de Villa de Reyes, la cual forma parte de una red de comunidades cercanas al área de influencia del ave en la región.
“Hace cuatro años conmemoramos el octagésimo aniversario de la declaración del Parque Nacional Gogorrón, y en los eventos, Ángel Frías nos compartió la existencia del águila. Los vigilantes del parque nos cuentan también de sus avistamientos, e incluso los vecinos de las localidades de Jesús María, Rodrigo y Gogorrón, entre otras, nos platican que el águila (o águilas) se lleva sus corderos y gallinas”, comenta en entrevista Cristóbal Martínez Maya, coordinador de Archivos del Ayuntamiento de Villa de Reyes.

“Ángel (Frías) y Xóchitl recorren desde la localidad de Bledos hasta Ojo de Gato, casi toda la Sierra de San Miguelito, concientizando sobre el cuidado del pajarón (…) Así es como los guardias diario patrullan las veredas al menos en las localidades del Saucillo, Rodrigo y Calderón”, afirma el coordinador.

Tales actividades, según el Plan de Acción para la Conservación de la Especie, se encuentran enmarcadas dentro de una estrategia de conservación conocida como Participación Social y Cultural para la Conservación, que es una de las cinco estrategias definitivas que establece dicho plan y que busca la participación responsable de la sociedad en la conservación del ave.

Esta estrategia busca promover la realización de denuncias de cacería y tráfico ilegal en la población de Villa de Reyes, así como la implementación de campañas de educación ambiental mediante la incorporación de “esquemas de ciencia” que posibiliten el aumento de registros del águila real en la región, y el uso adecuado de los recursos que, como en el caso de la agricultura, aminoren el uso de agroquímicos.

“Las comunidades son muy importantes porque finalmente, como aquí en Gogorrón, ellos son los beneficiarios de la agricultura. Sería iluso querer conservar el águila real y su territorio eliminando la agricultura. La comisión no trabaja sacando a la gente de las áreas protegidas. La gente cree a veces que todo se prohíbe, pero la comisión no prohíbe el uso de los recursos, sino que promueve que estos se utilicen de manera sustentable”, comenta Ángel Frías, para quien ver volar el águila real es casi como un milagro.

Así, actividades como el Segundo Encuentro del Águila Real forman parte de acciones orientadas a la educación ambiental en comunidades cercanas a los territorios de anidación de las aves, y que forman parte de acciones que pretenden la vinculación de autoridades de los distintos niveles de gobierno con los esfuerzos de protección del patrimonio natural del estado a futuro.

“Hay que ser optimistas. Por lo pronto, reducir el uso de pesticidas es un beneficio incluso para nosotros. Si se logra una sinergia entre las instituciones y se reduce el uso de agroquímicos en el valle de Villa de Reyes, en primera instancia nos estaríamos protegiendo nosotros. En segunda, le estaríamos dando un chance al águila de que por lo menos una fuente de contaminación importante desaparezca. Por lo menos, los huevos ya no se quebrarían y se reducirían sus fracturas durante el vuelo y la caza”.

Y es que para él, más allá del trabajo de conservación y de la importancia histórica, natural y simbólica del ave, se esconde una reflexión bastante profunda y personal sobre esta. “Que el ave esté viviendo tan cerca es un indicador de que aún podemos lograrlo, de que aún podemos hacer algo por el medio ambiente, que aún no está del todo perdido”, dice con firmeza.