Carecen de agua las regiones de Burro-Picachos, Tampico-Misantla, Sabinas y Burgos con potencial para extraer hidrocarburos con fracking
4 regiones con potencial a fracking sufren estrés hídrico
En cuatro de las cinco regiones con potencial para extraer recursos petroleros no convencionales mediante fracking en México hay niveles críticos de disponibilidad de agua, por lo que, si los proyectos de fracturación hidráulica se pusieran en marcha no tendrían agua para operar y afectaría el abasto para consumo humano, reveló una investigación de CartoCrítica.
Las cuatro regiones son: Sabinas y Burro-Picachos, ubicadas en Coahuila y Nuevo León; Burgos, ubicada entre Nuevo León y Tamaulipas; Tampico-Misantla, ubicada en Tamaulipas, Veracruz y San Luis Potosí. La quinta región es Veracruz, ubicada entre el sur de Veracruz y Oaxaca, que tiene una mayor disponibilidad hídrica, de acuerdo con el trabajo desarrollado por CartoCrítica y publicado por el Conahcyt.
Los habitantes de las cuatro primeras regiones enfrentan importantes limitaciones en el abasto de agua de forma cotidiana, por lo que si se aprobaran proyectos de extracción de hidrocarburos mediante fracking, no contarían con agua, pues la demanda superaría los niveles de disponibilidad.
México no debe apostar su futuro energético a los combustibles fósiles, ya que estamos ante el declive en la producción tanto de petróleo como de gas. La producción de petróleo alcanzó su punto más alto en 2004 y la de gas, en 2009. Desde entonces, ambas van en declive sin que ningún nuevo yacimiento o técnica de extracción revierta esta tendencia. Esto es aún más grave si se considera que la fracturación hidráulica tiene altos costos ambientales, siendo el alto consumo de agua solo uno de ellos. El fracking agrava la crisis climática por la liberación de metano y contamina aire y agua con químicos tóxicos, afectando la salud humana y los ecosistemas. Además, genera riesgos como sismos inducidos y viola los derechos al agua y a un ambiente sano. Estos costos no se compensan, dado el reducido volumen de recuperación de hidrocarburos de los pozos fracturados.
En el documentoEstimación del consumo requerido de agua para la explotación de recursos petroleros no convencionales mediante fracturación hidráulica en México, CartoCrítica estima el volumen de agua requerido para explotar una fracción de los volúmenes estimados de gas y petróleo no convencional del país, tomando como referencia el uso del agua en otras cuencas petroleras del mundo. Para recuperar el 10% de los recursos no convencionales identificados en México, sería necesario perforar y fracturar más de 14 mil nuevos pozos, que requerirían hasta 470 mil 973 millones de litros de agua.[1] Para dar idea de lo que esto significa, Manuel Llano, coordinador de la investigación y director de CartoCrítica, explicó que: “en México hay 47 millones de autos, este es el número de pipas de agua que requeriría Pemex para hacer fracking. Cada nuevo pozo podría requerir hasta 40 mil pipas de agua.”
A escala local estas cantidades de agua tendrían efectos importantes y podrían causar conflictos. Aun si las empresas petroleras pagarán más por el agua, esto implicaría quitar el agua a sectores fundamentales para las economías locales.
“La explotación de fracking en México intensifica los conflictos en regiones con estrés hídrico. En la región de los Cinco Manantiales, en el municipio de Nava, Coahuila, el conflicto por el uso del agua se centra entre Constellation Brands y la población local, quienes enfrentan afectaciones porque el elevado consumo de la cervecera compromete la sostenibilidad del recurso. En el municipio de Anáhuac y Lampazos, Nuevo León, el despojo histórico de derechos de agua para riego agrícola ha limitado el acceso al recurso para consumo doméstico y otras actividades productivas. En la zona metropolitana de Monterrey, que depende de la cuenca del Río San Juan, el uso de agua para fracking podría comprometer aún más el abastecimiento. Finalmente, Reynosa, como Monterrey en el 2022, enfrenta una crisis de desabasto doméstico, que se agravaría si se asigna agua para fracking. La fracturación hidráulica exacerbaría la precariedad hídrica y los conflictos en estas regiones”, explicó Antonio Hernández, habitante de Monterrey y miembro de la Alianza Mexicana contra el Fracking.
Si bien los promotores del fracking han buscado reducir el uso de agua mediante el reciclaje y reúso o utilizando aguas salobres, estas alternativas tienen altos costos económicos y energéticos, lo que las hace inviables. En los hechos, EUA y México reinyectan el agua contaminada por fracturación al subsuelo en pozos letrina, a pesar de que esto conlleva enormes riesgos para los acuíferos y el ambiente.
“Para hablar del agua y el fracking es importante ir al ámbito regional y local, donde el agua requerida para fracking resulta ser mayor a la disponibilidad hídrica de las cuencas y acuíferos de las regiones de extracción. Ahí es donde se dan las violaciones del derecho humano al agua y al ambiente y donde se suscitan los conflictos, lo que se suma a los impactos asociados a esta tecnología. Por esto es fundamental prohibir ya el fracking en nuestro país”, explicó Manuel Llano.
La nueva legislatura puede proteger el agua
La LXVI legislatura, que inició sus trabajos legislativos el pasado mes de septiembre, tiene la posibilidad y la responsabilidad de hacer lo que la pasada legislatura no hizo: prohibir el fracking a través de la iniciativa de reforma constitucional de medio ambiente que ya fue aprobada en comisiones el pasado mes de agosto, o bien de prohibir el uso de agua para fracking a través de la Ley General de Aguas, que tampoco se aprobó anteriormente y también debe ser legislada a la brevedad.
Más aún, de los 500 diputados y diputadas que hoy discuten y aprueban las leyes, 37 representan a los distritos con potencial para el fracking que se mencionan en este reporte. En sus manos está impulsar una ley que prohíba de forma efectiva que el agua para la vida se dilapide y contamine para extraer hidrocarburos. Estos 37 diputados están distribuidos de la siguiente forma: 22 de Morena, 8 del Partido Verde, 3 del Partido del Trabajo, 3 de Acción Nacional y 1 del PRI. Es decir, que la coalición mayoritaria en el Congreso tiene en sus manos la responsabilidad de proteger el agua y asegurar que sea para la gente y para la vida y no para el fracking. Casi 90% de los distritos con potencial para fracking y con estrés hídrico están en manos de Morena, Verde y PT.
“Diputadas y diputados: en sus manos está sacar adelante este tema
y proteger con ello el derecho al agua y a la salud de las familias que habitan
en las regiones petroleras, además de evitar los demás impactos asociados a la
fracturación hidráulica. ¡Prohíban el fracking ya! Ni un litro más de agua a
esta peligrosa tecnología”, concluyó Beatriz Olivera, integrante de Engenera y
de la Alianza Mexicana contra el Fracking.
[1] En todos los yacimientos petroleros —convencionales y no convencionales— solo se recupera una fracción de hidrocarburos. En los convencionales de gas se recupera entre el 50 y 80% y en los de petróleo entre el 30 y 35%. La recuperación de recursos no convencionales es menor: para gas entre el 15 y 30%, y para petróleo entre 3 y 10%. De confirmarse la existencia de volúmenes en México, se extraería una pequeña fracción. Por ello en el documento publicado por Conahcyt, CartoCrítica plantea tres escenarios: el primero recupera 1%; el segundo, 5%, y en el tercero, 10%.