Familiares, amigos, compañeros y colaboradores despidieron al arquitecto y reconocido escenógrafo en el Palacio de Bellas Artes
Alejandro Luna: maestro indiscutible de la imaginación
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) rindieron un homenaje al arquitecto y escenógrafo Alejandro Luna en el vestíbulo del Palacio de Bellas Artes, en reconocimiento a la amplia trayectoria de quien dio vida a infinidad de escenarios en México y el extranjero.
Con un minuto de aplausos recibieron la urna con las cenizas del escenógrafo que proyectó y asesoró la construcción de 65 teatros, entre ellos, el Juan Ruiz de Alarcón y la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario, quien fue titular de la Dirección de Teatro del Inbal, además de impartir clases en la Escuela Nacional de Arte Teatral del Inbal y en el Centro Universitario de Teatro (CUT) de la Universidad Nacional Autónoma de México.
La ceremonia, que contó con la presencia de sus hijos, Diego y María, de sus nietos, amigos, alumnos y familiares, fue presidida por la subsecretaria de Diversidad Cultural, Marina Núñez Bespalova, y la directora general del Inbal, Lucina Jiménez López.
A nombre de la secretaria de Cultura del Gobierno de México, Alejandra Frausto Guerrero, la subsecretaria Marina Núñez Bespalova dio el pésame a la familia Luna y afirmó: “Esta puerta -del Palacio de Bellas Artes- está abierta a todos ustedes porque su papá la abrió, su papá está aquí desde hace muchos años, él está apoderado de este espacio y, por tanto, les corresponde a ustedes y, por supuesto, a toda la familia teatral que está aquí acompañándoles.
Durante su participación, recordó que el maestro Luna recibió un homenaje durante la Gala del 50 aniversario de la Compañía Nacional de Teatro y aprovechó para leer algunos textos escritos por alumnas y alumnos de Alejandro Luna, quienes, entre otras ideas, destacaron la generosidad, imaginación, creatividad e ingenio del escenógrafo: “De manera directa o indirecta, los escenógrafos mexicanos tienen al maestro Luna como mentor y referencia. Siempre generoso, fue formador de numerosas generaciones de artistas, muchos de los cuales se desempeñan con éxito en la escena teatral contemporánea; así pues, sin temor a exagerar, puede decirse que la historia del teatro mexicano no puede entenderse sin la estela dejada por el paso de Alejando Luna, desde el último cuarto del siglo pasado y de lo que va del siglo XXI”.
Por último, mencionó que la gente de teatro y sus públicos establecen una verdadera cercanía, “los presentes sentimos hoy su ausencia; el teatro mexicano no se puede explicar sin la presencia y los aportes de Alejandro Luna. Se apagaron las luces, pero sigue el teatro”.
Queremos despedir a mi papá con la familia que él escogió: Ustedes
Para mi papá, dijo el actor Diego Luna, el teatro era todo, y si no estás adentro, incluso, es difícil entender la intensidad de las relaciones, lo que significa. Hicimos una ceremonia en casa para despedir a mi padre, muy íntima, con su familia más cercana, pero necesitábamos hacer esto y agradecemos mucho el espacio y el que se haya abierto la posibilidad de hacerlo aquí, porque queremos despedir a mi papá con la familia que él escogió: Ustedes.
Acompañado de su hermana María, en la plancha negra, Diego Luna recordó que «la colaboración para mi papá era quizá la relación más compleja y profunda, relaciones que duraron toda la vida… La colaboración para mi papá fue la oportunidad de tener relaciones de complicidad, amorosas, de mucho respeto y de mucha locura y contrastes. En el teatro le pasó todo», dijo.
Al retomar un escrito de su papá, mencionó: «La escenografía no existe, y si es algo, es parte de la dirección, pero pienso que la escenografía no existe, existe el teatro. La fuerza del teatro radica en ser un hecho vivo en el espacio y en el tiempo (…)”.
Y agregó: «Hoy que aparentemente mi padre no existe, existe el teatro y si ustedes siguen haciendo teatro, Alejandro Luna existe: sigan haciendo teatro.
Al agradecer el homenaje póstumo, María Luna señaló que el Palacio de Bellas Artes fue siempre muy importante para su papá, “y lo fue desde niño, cuando mi abuelo lo traía para hacer trabajos de reparación al Palacio. Aquí puso muchas obras de teatro, muchas óperas. Nosotros estamos muy conmovidos por poder estar ahora aquí con todos ustedes”.
El teatro para Alejandro Luna nunca fue un sacrificio
Al hacer uso del micrófono, Luz Emilia Aguilar Zinzer comentó que para Alejandro Luna el teatro nunca fue un sacrificio. Fue un juego que asumió con rigor y con un compromiso, pero sobre todo como un gozo. Si revisamos las soluciones escénicas de Alejandro Luna en los cientos de obras en las que participó, vemos que su relación con el proceso, a diferencia de la mayoría de los escenógrafos, implicó involucrarse desde el inicio, participar desde las lecturas, el diseño del espacio, la luz en cada ensayo, en un espacio de ejercicio crítico de sí mismo.
«Alejandro Luna se ha ido. Deja su profunda huella en los afectos de quienes tuvimos la fortuna de tenerlo cerca y, desde luego, ahí está su gigantesca presencia por siempre en el teatro universal», mencionó la crítica e investigadora teatral.
En su oportunidad, Víctor Ballina compartió que revisando los nombres de escenógrafos que han ganado premios en la Bienal de Praga contó más de 20 “y creo que todo ello ha sido por el hecho de haberse formado al lado de Alejandro Luna o por querer hacer un diseño escenográfico a partir de lo que hizo él. Pero no somos un parteaguas, Alejandro Luna definitivamente sí lo fue».
El actor y director David Gaitán recordó que al platicar con algunos colegas y maestros que iba a trabajar con Alejandro Luna en la puesta en escena Un enemigo del pueblo, «todos me preguntaron: ¿Con Luna? Y me dije: cómo es que un artista puede provocar tanto asombro entre sus pares. Al tiempo todo fue quedando claro. Inteligencia, claridad y sentido del humor. Convivir con él fue para mí una cátedra de cómo ser artista, cómo acercarse a la teatralidad, pero sobre todo cómo ser persona en esta profesión, cómo hacer el camino simple y memorable. Alejandro Luna fue, sin proponérselo, una brújula en el camino».
Al tomar la palabra, Luis de Tavira rememoró anécdotas, compartió reflexiones y un viaje por el arte escénico y sobre todo la colaboración con Luna. «Hoy estamos otra vez aquí en el mismo teatro, transfigurado en andén de los desgarramientos, para decir adiós a Alejandro Luna: amigo entrañable, artista asombroso, maestro decisivo y cómplice indispensable de la causa del teatro, que es la causa de lo más humano de lo humano… Ha muerto Alejandro Luna, le sobrevive el teatro”, comentó el dramaturgo y ensayista, quien cerró la participación para iniciar la guardia de honor ante la urna del escenógrafo mexicano; ceremonia en la que también participó el cuarteto de cuerdas de la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN).