En México hay unos dos millones y medio de niñas y niños que son explotados, señala Angélica Bautista
Subculturas violentas solapan la esclavitud infantil
En el mundo hay cerca de 400 millones de niñas y niños sometidos a las peores formas de explotación laboral, siendo esclavizados en trabajos como sirvientes domésticos en casas, ocultos tras las paredes de talleres o fuera de la vista del público en plantaciones, pues de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la gran mayoría de los menores se ocupa en el sector agrícola.
Esta es una de las razones por las que desde hace más de 25 años la doctora Angélica Bautista López, académica de la Unidad Iztapalapa de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), realiza investigaciones sobre prostitución, trata de niños y vulnerabilidad femenina, tiempo en el que logró determinar y comprender que coexisten en la sociedad espacios simbólicos en los que individuos con carencias formativas diversas constituyen subculturas violentas que en muchas ocasiones solapan y sostienen la triste realidad planetaria de esclavitud infantil.
Los adultos tienen la tarea de cuidar, proteger y educar a las y los pequeños, ya que cada ser que llega al mundo debería ser recibido con toda clase de parabienes; sin embargo, un nacimiento puede ser para muchos un gran problema al exacerbarse la inmensa tarea de cuidados y protección, lo que conduce a los chicos a ser rechazados o privados de sus derechos, dijo en entrevista la coordinadora de la Maestría y Doctorado en Psicología Social.
Ese hecho puede rodear una lacerante realidad para millones de infantes que pueden ser vistos como moneda de cambio por sus familiares o tutores, adultos con graves problemas económicos y con pocos o nulos principios y valores, que ven a sus hijos como sus posesiones. De modo que hijos no deseados, en un ambiente cultural carente, con una condición económica muy precaria se convierten en la circunstancia propicia para la explotación.
En México hay unos dos millones y medio de niñas y niños que son explotados, ya sea por trabajos forzados en condiciones de vida infrahumanas, pero también al incorporarles al comercio sexual y a la trata de personas. De hecho un menor que ingresa en el mercado de la explotación infantil puede pasar de un tipo de abuso a otro, haciendo de sus vidas un infierno de múltiples caras.
De acuerdo con estadísticas del UNICEF, la región de Asia y el Pacífico alberga el mayor número de pequeños trabajadores de cinco a 14 años, 127.3 millones en total, es decir, 19 por ciento.
En África subsahariana hay alrededor de 48 millones de niños que laboran, casi uno de cada tres de 15 años es activo económicamente; mientras que en América Latina y el Caribe hay alrededor de 17.4, es decir, 16 por ciento. La UNICEF asegura también que 15 por ciento de las y los menores de Oriente Medio y África del Norte se emplea.
La doctora Bautista López explicó que Iqbal Masih, infante pakistaní quien con tan sólo cuatro años de edad fue vendido por su padre a una fábrica de alfombras de Punjab, donde fue esclavizado, encadenado a un telar y obligado a trabajar más de 12 horas diarias, hasta que a los diez años logró escapar, denunciar y luchar por los derechos de los pequeños.
Su triunfo de cerrar empresas en las que se explotaban a niños, hizo que su ejemplo trascendiera y que más tarde recibiera premios internacionales en Estocolmo y Boston, con los que decidió abrir una escuela. Sin embargo, el 16 de abril de 1995, cuando contaba con 12 años, mientras manejaba su bicicleta de vuelta a casa, fue asesinado por una organización criminal que hace usufructo de la explotación de menores en aquel país. Desde entonces se conmemora el Día Mundial contra la Esclavitud infantil.