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Por este motivo, activistas autoconvocados invitan a la comunidad a reunirse el domingo 21 de diciembre a las 16 horas en el Obelisco (Ciudad de Buenos Aires)

Muerte de orca Kshamenk reabre debate sobre cautiverio

La reciente muerte de Kshamenk, la última orca en cautiverio en Sudamérica, reabrió una discusión profunda y urgente sobre el encierro de animales con fines de entretenimiento. Su fallecimiento se suma a una serie de casos que exponen las consecuencias físicas y psicológicas del cautiverio prolongado en especies altamente inteligentes y sociales.

Kshamenk pasó más de 30 años confinado en una piscina artificial, privado del océano, de vínculos sociales estables y de la posibilidad de desarrollar comportamientos propios de su especie. Durante años, organizaciones como Derechos de Animales Marinos (DAM), especialistas y activistas advirtieron que el cautiverio de cetáceos provoca estrés crónico, deterioro de la salud y una drástica reducción de la esperanza de vida.

Muerte de orca Kshamenk reabre debate sobre cautiverio
La privación sistemática de estas condiciones no sólo genera sufrimiento, sino que acorta significativamente la vida de los animales

Este escenario dialoga directamente con otra historia reciente: el fallecimiento de la elefanta Kenya, quien tras más de 40 años de encierro fue trasladada en 2024 al Santuario de Elefantes de Brasil. Su llegada al santuario mostró, en pocas horas, conductas que no había podido expresar en décadas: revolcarse en la tierra, explorar el entorno y establecer vínculos, evidenciando tanto la capacidad reparadora de los santuarios como el daño acumulado del cautiverio previo.

La ciencia es clara al respecto: especies como orcas y elefantes requieren grandes extensiones de territorio, vínculos sociales complejos y entornos dinámicos para su bienestar. La privación sistemática de estas condiciones no sólo genera sufrimiento, sino que acorta significativamente la vida de los animales.

“La discusión de fondo ya no debería ser cómo mejorar el cautiverio, sino cómo ponerle fin. No se trata de casos aislados, sino de un sistema que produce siempre los mismos resultados”, menciona Jesica Bon Denis, fundadora de Animal Interseccional.

Desde el movimiento por los derechos animales sostienen que la muerte de Kshamenk y de Kenya deben ser leídas como un punto de inflexión. Reabrir este debate implica revisar el modelo de entretenimiento basado en animales, escuchar a la ciencia y asumir una responsabilidad ética hacia especies que no pueden consentir su confinamiento.

Por este motivo, activistas autoconvocados invitan a la comunidad a reunirse el domingo 21 de diciembre a las 16 horas en el Obelisco (Ciudad de Buenos Aires) para realizar un abrazo simbólico en memoria de Kshamenk y visibilizar la problemática del cautiverio animal.