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Arte en madera que respeta los bosques y regresa a la tierra como composta

Artesanos otomíes crean arco de bienvenida en Chapingo

El arco de bienvenida de la XXX Feria Nacional de la Cultura Rural (FNCR) es un homenaje a los bordados Tenango de la comunidad Tepehua, a través de un mosaico floral con cerca de dos mil azucenas multicolor y alcatraces de madera, elaborado por artesanos otomíes que conservan su lengua, sus tradiciones y su arte en madera.

Artesanos otomíes crean arco de bienvenida en Chapingo
La portada de bienvenida, cuya estructura mide 12.68 metros de ancho y 6.87 de altura, recrea el espíritu de los textiles tenangos, caracterizados por la armonía de colores y la representación de la flora y la fauna sagrada

Francisco Javier Becerril Miguel y Sofía González de Jesús, originarios de la comunidad otomí  La Cañada, en el municipio de Temoaya, Estado de México, comparten la tradición artesanal de flores de madera y el respeto a la naturaleza, con los visitantes de la trigésima edición de la FNCR, del 2 al 12 de octubre.

El trabajo artesanal presente en la puerta de acceso de la XXX FNCR, forma parte del  homenaje a los estados de Veracruz, San Luis Potosí e Hidalgo, así como a la recuperación de las culturas de los pueblos totonaco, xi’úi (pame) y tepehua, en esta fiesta que reúne en un solo espacio la música, la gastronomía, las artesanías, las danzas y la oralidad de los 32 estados de la República.

La portada de bienvenida, cuya estructura mide 12.68 metros de ancho y 6.87 de altura, recrea el espíritu de los textiles tenangos, caracterizados por la armonía de colores y la representación de la flora y la fauna sagrada. En su diseño predominan figuras de venados y colibríes, animales profundamente ligados a la cosmovisión otomí-tepehua.

Todo es hecho con pequeñas hojas de madera. El venado simboliza la fuerza, la fertilidad y la conexión con la tierra; es emblema de abundancia y sustento, asociado con los antiguos rituales de agradecimiento. El colibrí, por su parte, representa la alegría, la energía y el renacimiento; es un mensajero entre el mundo humano y el divino, un símbolo de vida y espiritualidad.

“Nosotros trabajamos con la madera que ya está muerta, la que nos da el monte —explica Francisco Becerril—. No talamos árboles vivos; aprovechamos lo que la naturaleza nos ofrece. Todo lo que usamos es natural: las pinturas son vegetales y los colores se fijan al vapor para que no se borren con la lluvia. Además, nuestras flores de madera se pueden utilizar como composta y regresar a la tierra.

“Cada flor que armamos lleva parte de nuestra historia. Es un trabajo que hacemos en familia: nuestros hijos y nietos nos ayudan a cortar, pintar y ensamblar. Son quince días de labor continua, pero vale la pena cuando la gente se emociona al ver el arco terminado.”

La elaboración de flores de madera es un proceso colectivo que puede extenderse hasta quince días consecutivos, por lo que la familia de artesanos conserva otra tradición basada en alimentar los lazos comunitarios ofreciendo de comer a los trabajadores durante la jornada; acción que se traduce en principio cultural de reciprocidad y cohesión comunitaria.

Don Javier y doña Sofía mantienen una colaboración estrecha con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) y el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (FONART), instituciones que han acompañado su labor para fortalecer la sustentabilidad y la preservación del arte popular.

Gracias al apoyo de la SEMARNAT, los artesanos reciben orientación sobre el aprovechamiento responsable de los recursos forestales, empleando únicamente madera muerta o caída, con el fin de proteger el entorno natural que les provee su materia prima.

La elaboración de flores de madera es un proceso colectivo que puede extenderse hasta quince días consecutivos

Por su parte, FONART ha contribuido con programas de impulso y capacitación artesanal, permitiendo que las familias otomíes continúen desarrollando su técnica ancestral de flores de madera, sin perder su vínculo con la tierra ni con las tradiciones que dan identidad a su comunidad.

Desde su taller artesanal, esta familia otomí ha mantenido viva una técnica artesanal única en México. Además de producir, enseñan el oficio a jóvenes y adultos mayores de su comunidad, con la intención de que la tradición perdure.