Es fundamental fortalecer los mecanismos de prevención como las alertas tempranas y los protocolos de protección civil que garanticen la seguridad de la población, particularmente los más vulnerables como los adultos mayores y las infancias
Chalco: cambio climático y falta de planeación urbana
Centenares de familias que viven en al menos 600 viviendas en los municipios de Chalco de Diaz Covarrubias y Valle de Chalco, Estado de México, han perdido prácticamente todo su patrimonio debido a las inundaciones tras intensas lluvias desde el 2 de agosto pasado y el posterior colapso del drenaje, donde el agua alcanzó hasta metro y medio de altura, según reportes periodísticos.
Las consecuencias, además de las pérdidas materiales, incluyen el desalojo de personas de sus hogares, enfermedades e infecciones, putrefacción, olores fétidos por aguas negras, afectaciones de vías de comunicación y el incremento de la precariedad económica, además de daños en la salud mental de las personas.
Equipos de emergencia han evacuado a más de mil pobladores a través de lanchas para poder recibir agua, alimentos y medicamentos. Situaciones similares se han vivido en la misma zona en los años 2000 y 2010, tras la ruptura del Canal de la Compañía.
De acuerdo con el Atlas Nacional de Vulnerabilidad al Cambio Climático, Valle de Chalco se encuentra entre los municipios con un nivel alto de vulnerabilidad en asentamientos humanos a inundaciones y de producción forrajera a estrés hídrico. [1]
Factores de riesgo
Pablo Ramírez, campañista de Clima y Energía de Greenpeace México, comentó: “Los impactos del cambio climático son cada vez más visibles a lo largo del país, la modificación en la distribución temporal de la lluvia ha provocado periodos más largos de sequía, pero también eventos de precipitación más extremos. Entre 1980 y 2018 los días con lluvias extremas han aumentado del 6% al 9% anual [2], aumentando los riesgos de vulnerabilidad por inundaciones y deslaves, este es el caso del municipio del Valle de Chalco.
Es fundamental fortalecer los mecanismos de prevención como las alertas tempranas y los protocolos de protección civil que garanticen la seguridad de la población, particularmente los más vulnerables como los adultos mayores y las infancias. También es prioritario actualizar los atlas de riesgo a nivel subnacional para evaluar de manera más precisa las vulnerabilidades particulares y poder desarrollar políticas de adaptación efectivas para cada caso.
Finalmente, es indispensable contar con los recursos necesarios para accionar las políticas de adaptación, estos recursos existen y están disponibles en el Anexo Transversal 16 del presupuesto federal de egresos, destinado a adaptación y mitigación al cambio climático, sin embargo desde hace más de 5 años se utiliza para transportar gas en detrimento de acciones que permitan adaptarse a los impactos del cambio climático a poblaciones altamente vulnerables como ocurre en el Valle de Chalco”.
El propio Programa Especial de Cambio Climático 2021-2024 del gobierno federal mexicano reconoce que “en el caso de los ciclones tropicales, México históricamente ha sido afectado por éstos. Entre 1970 y 2017 impactaron las costas de México 269 ciclones tropicales. Con el cambio climático, se espera que estos fenómenos sean más intensos y con mayor impacto para la población, la infraestructura y los recursos naturales e incluso mayor que los desastres de origen geológico” [3].
Lo que sucede en Chalco no es un fenómeno aislado
La Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres contempla que “la rápida urbanización puede llevar a asentamientos informales y sin planificación, construcciones en lugares vulnerables y a dejar a poblaciones sin acceso a servicios públicos básicos”. [4]
Las inundaciones forman parte de los riesgos potenciales que muchas de sus colonias enfrentan debido a la carencia de una política integral de gestión sustentable del agua, de la ciudad y su entorno ambiental.
Chalco forma parte de la Cuenca del Valle de México, y por tanto debería contar con un plan conjunto con la Ciudad de México y otras demarcaciones conurbadas. A pesar de que se ha intentado fortalecer la coordinación metropolitana, los resultados no han sido visibles. Los recursos públicos se siguen destinando a macro infraestructuras que por sí mismas no resolverán este problema que responde a diferentes factores.
El sistema de drenaje se encuentra bajo condiciones de insuficiencia y severo detrimento, pero eso no es todo lo que se necesita al hablar de una solución estructural. Hemos hablado de la imprescindible recuperación de la Cuenca, incluyendo sus servicios ambientales. Es urgente elevar la inversión pública en sistemas de tratamiento de aguas residuales y de captación pluvial al subsuelo, lo cual permitiría fortalecer el uso cíclico del agua.
Por si fuera poco, se ha permitido arrasar y deforestar bosques y zonas ambientalmente muy valiosas que cumplen la función de captar el agua de lluvia y evitar que rebose en las calles. Tan solo en 2022 se talaron 1310 hectáreas de bosque en el Estado de México [5]. Y la cuenta sigue si a eso aumentamos el acelerado crecimiento urbano, el cual muchas veces es ilegal.
Otro importante factor es la insuficiencia de servicios públicos, como el deficiente manejo de residuos sólidos. Según informes de prensa, al menos 3 taponamientos en la red de drenaje fueron ocasionados por 500 toneladas de basura, entre la cual se encontraron plásticos y llantas, las cuales impidieron el desfogue del agua.
Ornela Garelli, campañista de Océanos sin Plásticos de Greenpeace México, afirmó que “el taponamiento de alcantarillas y las afectaciones a las redes de drenaje de las ciudades debido a las grandes cantidades de basura generada contribuyen a agravar las inundaciones, como en el caso de Chalco. Si bien es necesario mejorar los sistemas de gestión de residuos en el país, esta medida debe ir acompañada con una necesaria reducción en la generación misma de residuos.
El modelo económico actual se basa en la producción y consumo masivo de productos diseñados para tirarse, que son desechables, y que por ello contribuyen a generar grandes cantidades de basura, como es el caso de los plásticos de un solo uso, que son de los principales residuos encontrados en las vías públicas (bolsas, contenedores de unicel, botellas, envases, entre otros). Por lo anterior, es urgente que las empresas que producen y comercializan plásticos se hagan responsables de sus productos por todo su ciclo de vida para evitar que terminen generando problemas como éste. Además, es imperativo que estas empresas re-diseñen la forma de distribuir sus productos para que sean reutilizables o libres de empaque, y se evite así la generación de residuos.
La responsabilidad de la ciudadanía es también esencial, reducir el consumo de productos desechables, separar la basura en casa, evitar tirar residuos en la vía pública, entre otras medidas son pasos necesarios. Sin embargo, el grave problema de la generación desmedida de residuos pasa por una necesaria superación de la cultura del usar y tirar hacia modelos económicos circulares en donde los productos se diseñen para no convertirse en basura.”