La lavanda suele tener un crecimiento de lento a moderado, es por eso que propagarlas por gajos es la mejor opción, mucho mejor que por semilla
Cómo propagar lavandas en tu jardín
La lavanda es un arbusto aromático de reconocido aroma relajante, abundante floración casi todo el año que atrae polinizadores y un tono gris en sus hojas que embellece cualquier rincón del jardín.
Si quieres aprender a propagar esta especie, lo ideal es hacerlo por esquejes, más conocidos por gajos. Deberás seleccionar la mejor planta “madre” para asegurarte de obtener hijos sanos y con las características deseadas.
La lavanda suele tener un crecimiento de lento a moderado, es por eso que propagarlas por gajos es la mejor opción, mucho mejor que por semilla.
Los gajos pueden realizarse en cualquier época del año y siempre con buenos resultados si utilizamos buenos enraizantes y le ofrecemos las condiciones adecuadas. En verano y otoño se usan esquejes semileñosos, en invierno se reproducen los leñosos y en primavera los esquejes más tiernos.
Con una tijera de podar o cuchillo bien afilados, cortar gajos de unos 12cm de largo, asegurándonos de tener al menos un par de nudos que vayan a quedar bajo tierra. De allí se formarán los callos que generarán nuevas raíces.
Para preparar correctamente el esqueje, deberemos quitar las hojas basales, dejando solo algunas, para que toda la energía se centre en la formación de raíces.
Sumergiremos los esquejes en un enraizante natural, como por ejemplo de lentejas o sauce.
Luego colocaremos los esquejes de lavanda en macetas individuales, preferentemente de barro con un sustrato suelto y con nutrientes y presionaremos bien a su alrededor.
Regaremos y cubriremos con nylon para lograr un “efecto invernadero”. Acomodaremos las macetas con los nuevos esquejes en un lugar cálido, que no reciba sol directo, pero sí luminosidad.
En un par de meses, dependiendo en la época que hayamos realizado el esqueje, tendremos las plantitas de lavanda ya enraizadas para transplantarlos a una maceta de mayor tamaño o a su lugar definitivo.
La lavanda necesitará que no nos excedamos con los riegos, un suelo bien drenado y un lugar bien soleado.