El arte ritual de vestir de ángeles, arcángeles y santos a los nuevos habitantes del cielo
Dulce Muerte Niña de José Ignacio González Quinzaños
José Ignacio González Quinzaños, diseñador y miembro de una familia de panaderos, nos presenta un homenaje desde la perspectiva del oficio del Alfeñique. Su propuesta nos trae a colación la costumbre muy arraigada a principios del S. XIX de fotografiar a los niños que fallecían a muy temprana edad y que, en lugar de «llorarlos», se homenajeaban, pues adquirían la condición de «angelitos» al morir sin pecado alguno.
No sólo se trataba de vestir a los pequeños con sus mejores trajes, sino proporcionarles también un atavío celestial, muchas veces identificándolos con la Virgen María, San José o algún ser celestial, como: Ángeles y Arcángeles. Sus cuerpos se fotografiaban con vestimentas acompañadas de flores, coronas, juguetes y otros objetos importantes de los infantes, para prepararlos a su ingreso al reino celestial.
Con la tradición en su familia de la elaboración del pan, José Ignacio ha incursionado desde hace 12 años en la técnica del Alfeñique, un oficio muy arraigado en México desde el S. XVIII y que llegó del viejo continente para ser incorporada a la repostería española por la cultura árabe, de donde se deriva la palabra alfainid y, que a su vez, proviene del sanscrito phanita, que denominaba los jugos de la caña.
Compuesta por cinco piezas, cada una de ellas representando a un infante, José Ignacio los muestra vestidos de blanco y, en algunos detalles, como flores y juguetes, les agrega un poco de color representando lo que aún tiene vida.
La celebración del Día de Muertos es una tradición indígena muy arraigada en el país. El 1 y 2 de noviembre los muertos vuelven a visitar a sus familias y amigos, y conviven para ser agasajados en un ágape que incluye sus comidas y bebidas favoritas.
Muchos altares de muertos tienen papel picado de colores, copal y velas, calaveras de azúcar y objetos apreciados por el o los difuntos a los que se dedica el banquete. También puede presidir la ofrenda la foto o fotos de los finados.
La tradición de honrar y mostrar respeto a los muertos se ha mantenido a lo largo de los siglos, pasando de generación en generación en las comunidades indígenas.
Tal es la riqueza de esta manifestación de la cultura mexicana, que la UNESCO la inscribió en su Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2008, definiéndola como una expresión tradicional, integradora, representativa y comunitaria.
La Dulce Muerte Niña se presenta del 26 de octubre al 6 de noviembre, de 2022, en el patio del Museo de Arte Popular (MAP).
En este mundo matraca, nadie de morir se escapa… La muerte está tan segura de alcanzarnos, que nos da toda una vida de ventaja… Como te ves me vi, como me ves te verás… Al vivo todo le falta y al muerto todo le sobra…
*** Dichos sobre la muerte son muchos en México, también lo son los poemas, desde Nezahualcóyotl hasta Jaime Sabines.