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Un santuario le permitiría a Ely una libertad controlada sin perder el cuidado humano e irse comportando como elefante hasta lograr identificarse plenamente

Elefanta Ely requiere un santuario

La mala condición que Ely presenta no requiere ni es cuestión de ampliarle el recinto o de armarle un grupo familiar de la noche a la mañana, afirmó Diana Valencia, titular de la organización Abriendo Jaulas, Abriendo Mentes.

Elefanta Ely requiere un santuario
Ely seguiría estando sola como ya sucedió cuando tuvo de vecina a Maguie, la elefanta asiática con la que compartió el recinto casi 4 años pero que permanecieron separadas físicamente

Después de que Sedema dio a conocer que trasladarán a una elefante llamada Gypsi para hacerle compañía a Ely, Diana Valencia, se manifestó a las afueras del Zoológico de Aragón para manifestar su oposición, pues explicó que «por el largo tiempo que ha transcurrido, primero explotada en un espectáculo circense y luego aislada en el Zoológico SJA, su rehabilitación física, mental y emocional es algo mucho más complejo que requeriría de mucha paciencia, conocimientos puntuales, verdadera atención y supervisión las 24 horas».

Asimismo añadió que por tratarse de una criatura dañada particularmente sensible, inteligente y como bien se sabe sobre los elefantes, con memoria privilegiada que debe intentar írsele borrando bajo condiciones lo más agradables posibles, para poder superar sus malas experiencias con un trabajo constante y no aislándola como ha sido hasta ahora.

Dijo que mucho menos exponiéndola a ver de lejos a uno o más congéneres sin poder interactuar. Eso, además de frustrarla la estresaría aún más por su naturaleza social.

Tal decisión, abundó, «para un zoológico con carencias presupuestales, inmerso en una ciudad abrumadora y altamente contaminada en todos aspectos (atmosférica, sonora y lumínicamente), irá incluso contra la tendencia mundial a ya no mantener elefantes cautivos en sitios similares por grande que luzca el recinto, aún si las medidas de la reciente ampliación se consideraran adecuadas y se cumplieran más allá de la plena satisfacción y requerimiento»

Precisó que Ely seguiría estando sola como ya sucedió cuando tuvo de vecina a Maguie, la elefanta asiática con la que compartió el recinto casi 4 años pero que permanecieron separadas físicamente, algo que nunca compensó la soledad de Ely. Y me refiero a una hembra, porque traer un macho sería totalmente improcedente.

Por último quiero insistir en que con todo y la ampliación del recinto no se cumpliría con los requerimientos para la especie, partiendo simplemente de sus necesidades básicas y por la aridez adornada, sin omitir que inducir un encuentro o presentación entre elefantes requiere de una cierta infraestructura y de distintos espacios para darle a cada uno la oportunidad de tomar sus propias decisiones; entre ellas decidir acercarse o no, explorar un territorio extenso, pleno de naturaleza con abundante vegetación para elegir qué, cuándo y a qué hora alimentarse, así como tener diferentes tipos de contacto, vocalizaciones y acercamientos con otros elefantes y poder seleccionar entre diversos sustratos para su cómoda movilidad. En pocas palabras, un santuario le permitiría a Ely una libertad controlada sin perder el cuidado humano e irse comportando como elefante hasta lograr identificarse plenamente, lo que, insisto, no le podría proporcionar ningún zoológico urbano por más extenso que sea, ni tampoco ningún otro sitio en México. Es más, consideramos que no permitir el digno y necesario retiro de Ely. Negarle la oportunidad de florecer en un entorno lo más semejante a su hábitat natural e incluso traer otra criatura u otras más al cautiverio dentro de un entorno urbano con horarios burocráticos, árido, sin suficiente agua y empobrecido como es el Zoológico de Aragón, es un crimen que no debería permitirse.

No queremos omitir que Ely no forma parte de ningún programa de conservación, por lo que su cautiverio es injustificado