“También ellos cruzan el puente de cempasúchil”
Estrellitas en el cielo: Revista Día de Muertos
En México, el Día de Muertos es una celebración que une el recuerdo y el amor. Entre altares, velas y flores de cempasúchil, evocamos la presencia de quienes marcaron nuestra vida con su compañía y afecto. En ese universo de memorias, hay seres que también merecen ser recordados: los animales que compartieron con nosotros su existencia, su lealtad y su ternura incondicional.
Cada año, millones de familias mexicanas encienden veladoras y colocan ofrendas para honrar a sus seres queridos. Hoy, cada vez más hogares incluyen un espacio para sus compañeros animales, porque el vínculo que establecemos con ellos trasciende las palabras y, muchas veces, los silencios. En sus miradas hubo comprensión, en su presencia, consuelo, y en su partida, una ausencia que solo el amor puede llenar.
Recordar a los animales en esta fecha no es una moda, sino un acto de reconocimiento ético y emocional. Ellos nos enseñaron sobre la fidelidad, la alegría sin condiciones y el valor de cuidar a otros seres vivos. Honrarlos es también reflexionar sobre nuestra responsabilidad hacia los que aún viven, sobre el respeto, la empatía y la protección que todos los animales merecen.
El Día de Muertos nos invita a celebrar la vida, no a lamentar la muerte. Y en esa celebración cabe también la vida de aquellos seres que nos acompañaron con pasos, vuelos o ronroneos. Quizás, en esta noche de cempasúchiles encendidos, mientras el viento mueve el papel picado y las velas titilan, alguna huella leve, alguna cola alegre o un suave maullido vuelva a cruzar el umbral del recuerdo.
Porque el amor que dimos y recibimos de ellos también pertenece al reino de los afectos eternos.
Que esta ofrenda sea para todos los animales que fueron familia, amigos y maestros silenciosos de amor
