Si reconocemos que estamos frente a una crisis civilizatoria y que en parte es explicada por una forma de vida inscrita en un modo de producción que nos hace sobrevalorar el individualismo
La lección de los Hibiscus: Filosofía desde el jardín
por Rodrigo Arce Rojas
Desde la siguiente perspectiva quiero compartir algunas reflexiones que se desprenden de mi interacción con los Hibiscus. Siento pasión por la botánica, con la misma fascinación que por diversas disciplinas de las ciencias naturales, las ciencias sociales y las ciencias de la complejidad por lo que siempre estoy dispuesto a aprender sobre los diversos sucesos y hechos de la realidad entrelazada.
Los Hibiscus conocidos popularmente en mi país como cucardas corresponden a unas plantas ornamentales con bellas flores de diversos colores enteros, bicolores o jaspeados. Los Hibiscus pertenecen a la familia de las Malvaceae e incluyen a unas 150 especies. La mayoría de las variedades que vemos en nuestros jardines son híbridos es decir que han sido producto de la intervención humana.
Los Hibiscus presentan flores que sólo duran de uno a dos días. Me llamó poderosamente la atención descubrir que en algunas variedades las flores se cierran de noche (Nictinastia). Para el efecto los pétalos se enrollan y forman un especie de cilindrito. Es como si las flores se dispusieran a dormir pero ya sabemos que las plantas al no tener sistema nervioso similar al de los humanos en sentido estricto no duermen pero sí obedecen al ritmo circadiano. Existen muchas teorías que tratan de explicar este hecho. Lo que se sabe es que el enrollamiento de las flores es preludio de su caída.
Es aquí donde empiezan las lecciones de los Hibiscus. Entonces surgen las preguntas. Tomando en cuenta que en algunas variedades a una misma hora nocturna las plantas individuales presentan flores que se cierran, otras en las que sólo se cierran un porcentaje de las flores y otras que no se cierran ¿Por qué no todas las variedades responden al mismo estímulo?
Observar el comportamientos de las flores de Hibiscus
Para muchos, hablar de los Hibiscus, podría ser considerado trivial y más insulso todavía preguntarse por qué sus flores presentan diferentes comportamientos de nictinastia. Pero inmediatamente tendríamos que preguntarnos entonces ¿cuáles son las preguntas que consideras relevantes en este momento? Tu posición frente a esta pregunta es fundamental para saber el paradigma con el cuál estás gestionando tu propia vida. Para algunos las preguntas relevantes podrían ser ¿Cómo sobrevivo hoy?, para otros la pregunta central podría ser ¿Cómo puedo conseguir mayores ingresos económicos? Tal vez los más sofisticados podrían preguntarse ¿Qué puedo hacer para ganar o incrementar mi poder? Las posibilidades son infinitas pero es importante un ejercicio de autenticidad para que la lección de los Hibiscus sea efectiva.
Para arribar a la pregunta ¿Por qué algunas flores de Hibiscus se cierran y otras no? significa que hemos tenido la capacidad de observar y entonces nos preguntamos ¿Qué estamos observando? ¿Cuáles son nuestras observaciones relevantes? ¿Relevantes para qué? ¿Relevantes para quién o para quiénes? ¿Qué nos están diciendo nuestras observaciones? Esto es importante porque caracterizarlos nos ayudará a reconocer aquello que consideramos lo fundamental de lo que no lo es.
Capacidad de asombro y la búsqueda del sentido de la vida
Pero no sólo hablamos de la capacidad de observación, si no también de la capacidad de asombro. ¿Qué es lo que nos causa asombro? ¿Qué nos deslumbra? ¿Qué moviliza nuestras sensibilidades? De igual manera, identificar lo que nos causa asombro servirá para saber qué es lo que consideremos relevante, qué provoca nuestra admiración y agita nuestras emociones.
Además de la capacidad de asombro aparece nuestra capacidad de encontrar nuevos sentidos a la vida. Lo que sentimos refleja en el fondo lo que pensamos y cuáles son nuestros paradigmas de vida, nuestras creencias más profundas, nuestros valores, nuestros imaginarios. No se trata únicamente de lo racional porque somos un entramado entre paradigmas, pensamientos, sentimientos, emociones y manifestaciones como nuestros discursos, narrativas, prácticas, comportamiento y actitudes. Por todo ello es importante reconocer lo que está motivando nuestra vida: qué estamos observando, qué estamos sintiendo, cómo lo estamos convirtiendo en palabra y acción.
Si reconocemos que estamos frente a una crisis civilizatoria y que en parte es explicada por una forma de vida inscrita en un modo de producción que nos hace sobrevalorar el individualismo, el materialismo, el consumismo y la mercantilización de todas las esferas de la realidad entonces es previsible que nuestras preguntas vayan en esa dirección. El sistema de vida hegemónico, de carácter fuertemente antropocéntrico y economicista, está guiando nuestras preguntas, nuestros sentires, nuestros discursos y prácticas que nos alejan de la naturaleza a la cual pertenecemos y nos pretendemos ser los nuevos dioses premunidos además de potentes tecnologías que se van fusionando con nuestra propia humanidad.
Bajo el contexto en el que la cultura dominante nos programa y nos configura entonces no sólo somos pensados, hablados, o sensibilizados por otros si no que hacen pensar y sentir que somos nosotros los que vivimos nuestra libertad cuando en realidad somos juguetes del sistema, piezas de un juego geopolítico que no controlamos. De ahí que es importante reconocer qué estamos observando, diciendo, sintiendo, haciendo, cuáles son nuestras preguntas.
Cuando estamos hablando desde la cultura impuesta un acto profundo de rebeldía es indisciplinar, indeterminar, tener capacidad de desandar lo andado, repensar lo pensado y ello no sólo requiere desmesura si no también valentía, e incluso capacidad de indignación frente a la alienación a la que estamos sometidos. Es en este contexto el valor de la pregunta ingenua o perturbadora, dar rienda suelta a las preguntas que no nos hacemos o que el sistema no quiere que nos hagamos porque nos empaquetan en el pensamiento único de la efectividad y del crecimiento infinito de la economía. Entonces resulta vital identificar qué estamos observando y qué no estamos observando, qué nos causa asombro y qué nos causa indiferencia.
Interrogantes desde nuestro ¿antorpocentrismo o biocentrismo?
Entonces la lección de los Hibiscus refiere a identificar nuestras preguntas más profundas y genuinas que nos lleven a (re)descubrir los verdaderos sentidos de la vida en la que no sólo estamos nosotros si no también los otros seres de la tierra que compartimos el mismo hábitat y por lo tanto somos cohabitantes. ¿Son nuestras preguntas reflejo de un antropocentrismo exacerbado o estamos sintiendo la necesidad de incorporar perspectivas biocéntricas, ecocéntricas, geocéntricas, cosmocéntricas?
Entonces que preguntarnos sobre el comportamiento de las plantas y animales, su sensibilidad, su inteligencia, sus grados de conciencia no es un asunto académico, de curiosidad o de carácter utilitario. Nos está remitiendo a las preguntas fundamentales ¿Por qué no reaccionamos frente a la crisis civilizatoria? ¿Por qué no actuamos proactivamente para hacer frente a la catástrofe climática o el exterminio de la biodiversidad? ¿Porqué no nos preocupa la deforestación en la Amazonía? ¿Por qué la población humana en su mayoría no tiene afectividad ambiental? ¿Cuáles son los impactos actuales de la crisis ambiental? ¿Qué futuro estamos dejando a nuestros hijos, hijas y sus hijos e hijas? ¿Es la solución simplemente abandonar el planeta y buscar otros planetas donde reiniciar la civilización humana? ¿Con qué valores? ¿Con qué preguntas?
Por lo tanto, la pregunta inicial referida a la nictinastia de los Hibiscus cobra sentido porque damos pie a la ética del cuidado, nos permite reconectarnos con la Tierra, nos permite desplegar nuestra capacidad de observación perdida y nuestra capacidad de asombro canjeada por el deslumbramiento de las monedas. Necesitamos más preguntas que nos permitan comprender y sentir mejor el maravilloso fenómeno de la vida compartida con todos los seres de la Tierra. No amamos lo que no conocemos y no sentimos por aquello que no somos capaces de observar y admirar. Que florezcan las preguntas que nos (re)ubiquen en nuestra comunión con la vida.
Muchas gracias por la lección Hibiscus rosa-sinensis.
Ecoportal.net