Como cada mañana, Jorge Gutiérrez Manzanares, cuidador de 55 años de edad, quien vive en la alcaldía Milpa Alta pasa a saludar a los lobos mexicanos
Los seis lobos mexicanos bebés, del Zoológico de Chapultepec, ya quieren investigar qué es lo que hay afuera de la madriguera
Hace más de 20 años que trabajan en el Zoológico de Chapultepec y 18 de ellos los han dedicado al cuidado del lobo mexicano. Desde el albergue de la familia de lobos mexicanos, la cual creció con el nacimiento de cinco hembras y un macho en mayo pasado, Víctor Ramos Montiel y Jorge Gutiérrez Manzanares confiesan estar orgullosos de su trabajo, ya que contribuyen a la conservación de esta especie en peligro de extinción a causa de actividades humanas, como la cacería.
Ambos tuvieron su primer acercamiento con las seis crías y aunque por protocolo su relación tiene que ser controlada para que la reintegración del lobo a su hábitat natural sea mejor, están seguros de que Seje y Rhi (la pareja de lobos que habita en el Zoológico de Chapultepec) los reconocen perfectamente.
Coinciden en que hay una especie de vínculo con estos ejemplares porque los voltean a ver, saben quiénes son y los identifican. Para Víctor Ramos estas seis crías, junto con sus padres, son como una familia: “Es como cuando ves a tu hijo por primera vez: te da emoción”.
Víctor comparte que sus 23 años de oficio han sido de grandes satisfacciones. “Ha sido una esperanza ver a la hembra preñada (Seje), eso para nosotros fue una esperanza. Los lobitos estaban amontonaditos en la madriguera, pequeños y negritos.
Al estar al tanto del monitor (desde donde observan día y noche a los ejemplares desde su madriguera), pudimos ver que aparecían las patas de la mamá y al poco rato se veían cinco cachorros. Nos dio mucho gusto y entonces lo reportamos con los jefes, que por lo pronto habíamos visto cinco, ya luego se confirmó que eran seis”, recuerda.
Hoy los seis lobos bebés están fuertes y sanos, tanto que ya quieren investigar qué es lo que hay afuera de la madriguera, se les ve jugando, corriendo, escondiéndose de sus papás.
Como cada mañana, Jorge Gutiérrez Manzanares, el otro cuidador de 55 años de edad, quien vive en la alcaldía Milpa Alta pasa a saludar a los lobos mexicanos.
“¡Hola, buenos días! ¿Cómo estás gordo? ¿Cómo estás gorda? ¿Cómo amanecieron? Son detallitos que hacen que los lobos mexicanos se van acostumbrando a nosotros. Ya nos aprecian, nos ubican”, afirma Jorge.
Dice que al igual que su compañero le ha tocado ver nacer a otras camadas: “Tenemos la fortuna de tener cámaras colocadas dentro de la madriguera, por eso vimos los nacimientos, pero anteriormente no veíamos nada de eso, simplemente nos íbamos por los tiempos de que ya tuvo que haber tenido sus crías en tantos días. Veíamos que ya salían cuatro o cinco crías y a los dos meses se agarraban para sus vacunas y su revisión médica”.
A dos meses del nacimiento de las seis crías, Víctor y Jorge están seguros de que cuidar al lobo mexicano, especie que desde los años 50 fue perseguida y cazada por el hombre, de alguna manera contribuyen a que estos seres vivos perduren: “Hemos logrado cuidar a la mamá, a las crías, para que las nuevas generaciones los conozcan. Si supieran la satisfacción que es darles de comer a estos ejemplares tan bonitos, vengan a conocer a estas hermosuras de bebés y sepan un poco más de los otros animales”.