Habitantes de zonas donde hay proyectos de minería a cielo abierto dan testimonio de la devastación, el agotamiento del agua y la violencia que esta técnica conlleva
Minería a cielo abierto es la más destructiva
Aportes mínimos a las finanzas públicas vía impuestos, remoción de miles de hectáreas de cubierta vegetal y arbórea, generación de enormes cantidades de residuos peligrosos, uso y contaminación de grandes cantidades de agua, afectación a los medios de vida de las comunidades vecinas, entre otras, son las principales razones por las que la minería a cielo abierto debe ser prohibida a la brevedad.
Integrantes de la Colectiva Cambiémosla ya, habitantes de regiones donde operan tajos mineros y académicos desglosaron todas estas razones y llamaron a diputados y senadores a no dejarse chantajear ni intimidar por las campañas de la industria minera que buscan evitar la aprobación de la reforma constitucional de medio ambiente, que contempla prohibir la minería de tajo a cielo abierto, entre otros importantes temas.
I. Aportes mínimos en las finanzas públicas y en la recaudación fiscal – En los pasados 10 años, la minería de minerales metálicos y no metálicos aportó alrededor del 1.19% del PIB; la cifra desciende a 1.02% si se estiman sólo las minas de cielo abierto.
– Las empresas mineras contribuyen con pagos por derechos mineros e ingresos tributarios (ISR, IVA y IEPS). Todas esas contribuciones de la actividad minera extractiva, durante los pasados seis años, aportaron en promedio 0.82% de la recaudación total del gobierno federal, cifra que ha tenido pocas variaciones durante la pasada década, a pesar de que diversos municipios de México figuran en los rankings mundiales por la extracción de oro y plata, entre otros productos II. Pocos empleos, mal pagados y peligrosos
– La industria de minería metálica emplea en su totalidad a 77,529 personas. Esta cifra incluye los empleos de la minería a cielo abierto (no hay información desagregada por tipo de minería).
– La minería metálica genera el 0.2% del empleo nacional. El número de puestos de trabajo en el sector minero-metalúrgico es altamente susceptible a las variaciones de la economía mundial.
– El trabajador minero mexicano percibe un salario nueve veces menor que sus pares de Canadá.
– La minería de metales preciosos (50% del valor de la producción minera nacional) es la rama con mayor proporción de trabajadores subcontratados: 70%. En Canadá, el mismo rubro es de 30%.
III. Enormes pasivos ambientales
– Se estima que en el país hay 95 operaciones de minería metálica a cielo abierto, que ocupan una superficie de 61,172 hectáreas. De este total, 8 operaciones se llevan a cabo en 4 áreas naturales protegidas (5510 hectáreas); también hay proyectos de minería a cielo abierto en 1541 hectáreas de humedales (CartoCrítica, 2024). El 37% de estas operaciones no ha reportado ni la cantidad ni el tipo de sustancias contaminantes que ha vertido en 17 años.
– La minería a cielo abierto usa explosivos para dinamitar cerros o grandes extensiones del territorio.
– Esta técnica genera un cambio radical del entorno y del paisaje: al crear tajos o abismos, la corteza terrestre sufre modificaciones irreversibles, pues se remueven miles de hectáreas de cubierta vegetal y arbórea, con lo que también destruye el hábitat de diversas especies animales.
– Las rocas que se extraen del subsuelo son disueltas en piletas, donde se realiza la lixiviación (que separa el mineral de la piedra), en el que se emplean ácido sulfúrico y sales de cianuro y emite elementos tóxicos como plomo, cadmio, zinc, arsénico, selenio y mercurio. Hay otros métodos para separar los minerales, pero la lixiviación se usa por su menor costo comparativo (Flores, 2021).
– Una sola mina a cielo abierto puede usar más de mil millones de litros de agua en un año.
– Pese a las posibles medidas de restauración y remediación, esta minería tiene impactos irreversibles.
– La minería a cielo abierto requiere una enorme cantidad de energía para sus operaciones. Se estima que utiliza alrededor de 1 millón de metros cúbicos de gas fósil (llamado natural) por día, aunque podría ser más, dependiendo de la dimensión del proyecto (Sánchez y Ortiz, 2014).
IV. Lo que la industria no dice
– La elección del tipo de minería obedece principalmente a criterios económicos para ampliar el margen de ganancias. Los costos económicos de una mina de tajo a cielo abierto son mucho menores que de una subterránea; esta última requiere la construcción y mantenimiento de túneles.
– Se estima que los costos de extracción de la minería superficial pueden ser hasta 40-50% menores que de la subterránea: pueden oscilar entre $2 y $10 USD por tonelada de material movido, mientras que en la minería subterránea el costo operativo puede oscilar entre $20 y $150 dólares por tonelada de material removido, dependiendo de la profundidad y complejidad de la mina.
– Una mina subterránea puede alcanzar una profundidad de hasta 4,000 metros; una superficial va de los 100 a los 500 metros, lo que reduce costos de iluminación, bombeo de agua y mantenimiento.
– Se estima que para obtener una onza troy de oro (31 gramos), se extraen unas 150 toneladas de roca que terminan contaminadas, en las presas de jales (Aburto, Rojo y Ezcurra, 2015).
– Para extraer 1 gr de oro se usan 1000 litros de agua (Téllez, 2024). La producción de oro durante 2023, fue de 70 ton, lo que implica el uso de 70 mil millones de litros de agua, en un año con un grave estrés hídrico y en el que se perdieron cosechas por la falta de agua.
– Algunas presas de jales e instalaciones mineras se ubican en zonas sísmicas, lo que representa un riesgo ya que los depósitos de desechos pueden resultar dañados por los movimientos telúricos y tener filtraciones. Esto es un peligro adicional para las poblaciones cercanas.
– Se han contabilizado 179 conflictos a causa de la industria minera en el país; 75 están asociados con proyectos de minería a cielo abierto (Téllez, 2024).
– Un caso paradigmático de minería a cielo abierto es el del Cerro de San Pedro, en SLP, donde la Minera San Xavier dinamitó y desapareció el cerro emblema del estado.
– Como parte de las operaciones mineras se generan emisiones y partículas suspendidas provenientes de polvo, jales y escombros, metales pesados, monóxido de carbono y óxidos de nitrógeno (Sánchez y Ortiz, 2014). Las sustancias usadas durante el proceso originan además, gases o vapores de cianuro, mercurio y dióxido de azufre contenidos en gases residuales.
“Por todas estas razones, hacemos un llamado a las legisladoras y legisladores de la LXVI legislatura a que aprueben la reforma constitucional de medio ambiente, que incluye, entre otros temas importantes, la prohibición de la minería a cielo abierto. La única razón para utilizar esta técnica es el ahorro de costos para la industria, costos que se trasladan a las comunidades y se convierten en pasivos ambientales para el Estado mexicano”, enfatizaron los integrantes de Cambiémosla ya.
Las organizaciones y comunidades de Cambiémosla ya demandamos a los integrantes del Poder Legislativo y al Poder ejecutivo a no ceder frente a la persistente presión y la agresiva campaña publicitaria emprendida por la cámara de la industria minera (Camimex) y sus afiliados para intentar engañar con que la economía mexicana colapsará si se prohíbe la minería a cielo abierto.