En Chiapas con el uso de biofertilizantes en el cultivo de maíz de temporal el rendimiento por hectárea aumentó más una tonelada
Para ser autosuficiente México requiere integrar investigación, promover la agricultura sustentable y hacer alianzas público-privadas
Si México quiere ser autosuficiente en alimentos básicos necesita usar tecnologías sustentables y hacer alianzas público-privadas, donde se integre investigación internacional y nacional, “cosechar” lo mejor que existe en organismos como INIFAP, CINVESTAV, CIMMYT, diversas universidades y empresas, señaló Bram Govaerts, director global de Innovación Estratégica del Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo (CIMMYT).
En el marco de la México Agroalimentaria Food Show 2018, el experto destacó que en 26 regiones del centro y sur del país con potencial productivo medio y alto, –en Oaxaca, Chiapas, Veracruz, Guerrero, Guanajuato y Campeche–, el rendimiento de maíz puede aumentar de 2.3 toneladas por hectárea a 5.5 toneladas y este rendimiento en un millón 622 mil hectáreas, ya identificadas, aumentaría la producción de 4 millones de toneladas a más de 9 millones, con lo que se reducirían las importaciones del grano.
La agricultura –resaltó el experto– tiene que ir hacia la conservación del medio ambiente, donde se requiere fertilización integral, combinar biofertilizantes, mejorados de suelo o agricultura de conservación, y donde es necesario complementar con micronutrientes y cierta fertilización química.
En este evento se dieron a conocer los 11 proyectos de investigación, que cuentan con apoyo del Programa de Conservación del Suelo y el uso Eficiente del Agua, de la Dirección de Biocombustibles y Fibras Naturales de la Sagarpa (Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación), que encabeza Jesús Arroyo García. Los proyectos contemplan el uso de bioinsumos, particularmente la aplicación de biofertilizantes, y se realizarán en distintas entidades del país y en diferentes cultivos. Las investigaciones las efectuará el INIFAP con la participación de seis empresas productoras de bioinsumos.
Al presentar resultados de evaluaciones hechas en el CIMMYT con el programa Masagro y la aplicación de biofertilizantes y prácticas de cultivo, como labranza de conservación, Bram anotó que con el uso de tecnologías y buenas prácticas sustentables México puede ser autosuficiente en granos, en maíz, trigo, arroz y frijol.
Refirió que, por ejemplo, en Chiapas con el uso de biofertilizantes en el cultivo de maíz de temporal el rendimiento por hectárea aumentó más una tonelada, respecto a las dos toneladas que se producían; en Sonora, fue de 1.5 toneladas por hectárea más, en riego, de las cinco toneladas que se cosechaban.
Insistió en que se debe reducir la brecha productiva entre los productores del norte y los del sureste mexicano, y recalcó que si México quiere ser autosuficiente tiene que pensar en alianzas público-privadas
El director de Biofábrica Siglo XXI y presidente del Consejo Mexicano de Agrobiotecnología, Marcel Morales Ibarra, destacó que “el actual sistema de producción agrícola actual esta en crisis y hoy vivimos en un mundo de lo absurdo, debido a que con el uso de agroquímicos estamos dañando al medio ambiente, los suelos, el aire, los mares, y también se encarece la producción de alimentos, porque resulta ser el insumo más caro, ineficiente y contaminante. Todo esto se ha mantenido por largo tiempo, no obstante que contamos con alternativas viables y deseables, como los biofertilizantes”.
En este sentido, recordó que el costo de los fertilizantes químicos se han incrementado seis veces, de 2000 a 2018, lo cual esto significa que, por ejemplo en maíz si este insumo representaba 15% del costo de producción, hoy se eleva al 40%. Además del químico que se aplica a la planta ésta ocupa sólo 20% y el 80% restante se desperdicia y se va a contaminar el medio ambiente.
Sin embargo, anotó que frente a esta gran problemática “tenemos un aliado muy solido y confiable, que es la Agrobiotecnología, es decir podemos recurrir a nuevos tipos de insumos, como los biofertilizantes, bioinsecticidas, biofunguicidas o insumos biológicos para el control de malezas, que en el mundo esta probado que son una alterativa reales, porque son más productivos, ecológicos y económicos.
También resaltó que el esquema de alianzas público-privadas es novedoso y que con base en esto empresas privadas conjuntamente con Sagarpa y el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) harán estudios del uso de insumos sustituyendo, parcial o totalmente el uso de agroquímicos en los cultivos, lo cual es urgente y necesario para generar alternativas sustentables.
Raúl Gerardo Obando Rodríguez, coordinador de Investigación, Innovación y Vinculación del INIFAP, destacó que los proyectos referidos son resultado de una estrecha vinculación entre gobierno, empresas de biofertilizantes, agricultores e INIFAP.
“Lo que queremos es que estas alianzas permitan tener una visión común de necesidades de investigación y sumar fortalezas público-privadas que aumentan la probabilidad de generar conocimiento y productos de mayor impacto para el sector agropecuario y que en el futuro faciliten la masificación de resultados relevantes, a través de la comercialización de estos productos por las empresas que están orientadas a esta vinculación institucional”.
Destacó que hoy solo 1% de los microorganismos del suelo se han estudiado y que el restante 99% no, por lo cual es un campo de oportunidad para diseñar proyectos de investigación para estudiar la biodiversidad de microorganismos en los suelos e identificar los mejores.
Jesús Arroyo García, quien ha impulsado este tipo de iniciativas sustentables desde la Sagarpa, destacó la importancia de integrar la investigación con las necesidades de los productores, necesitamos que conozcan más. Añadió que con el uso de los biofertilizantes se ha demostrado en la práctica, que tienen resultados de impacto positivo en la conservación del suelo, en el uso del agua y en problemas sanitarios, como es el caso de la roya del café, el pulgón amarillo, en sorgo, y en otros problemas que afectan los cultivos en nuestro país.