Para poder avanzar en estos estudios sobre el “sentir” de los animales, el Dr. Brich afirma que se necesitan cambios en el modo de investigar
¿Qué sienten las abejas y otros pequeños animales?
¿Qué sienten los animales pequeños? Una abeja puede sentir placer? Una araña puede sentir dolor? Estos interrogantes se presentan en muchos amantes de la naturaleza y la ciencia y la filosofía han comenzado a buscar las respuestas.
“Creo que es uno de los grandes desafíos a los que se enfrentan la ciencia y la filosofía en el siglo XXI“, dijo el Dr. Jonathan Birch, filósofo de la ciencia de la London School of Economics and Political Science, Reino Unido. “No es simplemente algo que podamos considerar ciencia como de costumbre, necesitamos nuevas formas de pensar sobre la sensibilidad“.
Actualmente ya está aceptado que muchos mamíferos cuentan con alguna especie de sensibilidad o experiencia subjetiva del entorno y de sus propios cuerpos. Pero desde la ciencia existen algunos baches para comprobarlo.
Según el Dr. Birch, a medida que nos alejamos de los humanos y sus parientes más cercanos, los primates, se hace complejo estudiar la “sensibilidad” del resto de los animales, especialmente los no mamíferos porque los sistemas cerebrales y neuronales son muy diferentes.
Hacia 2010 se sumaron a la lista de animales protegidos por la UE de ser utilizados con fines científicos, pulpos, calamares y sepias junto a otros moluscos cefalópodos. Esto permitió ampliar el debate sobre la sensibilidad de animales, incluidos los peces, insectos y crustáceos.
Reflexionar sobre este aspecto de los animales, sería clave para establecer los criterios éticos y legales sobre protección y conservación de su bienestar.
“A medida que se aleja evolutivamente de los humanos, la organización del cerebro se vuelve cada vez más diferente“, comentó el Dr. Birch. “Cuando miras algo como un pulpo, es completamente diferente, por lo que la fuente de evidencia ya no está ahí “
Los investigadores aún están divididos entre los que creen que animales como los insectos tienen algún tipo de conciencia y los que piensan que son una especie de robots de la naturaleza, es decir, vivencian experiencias cognitivas complejas, pero no conscientes.
Algo similar ocurre con el dolor de los animales entre la comunidad científica. El Dr. Birch explica al respecto que algunas de las reacciones apreciables como respuesta al dolor, pueden ser simplemente reflejos inconscientes.
“Lo que lo hace difícil es que tienes tantas teorías de lo que es la experiencia consciente y nada ni siquiera cercano a un acuerdo“, dijo. “Tienes algunas teorías que implican que todos los seres vivos tendrían estas experiencias hasta cierto punto, y otras teorías que parecen implicar que solo los humanos podrían tenerlas“.
Nueva forma de investigar
Para poder avanzar en estos estudios sobre el “sentir” de los animales, el Dr. Brich afirma que se necesitan cambios en el modo de investigar. Deben integrarse la filosofía con la ciencia, incluir la biología evolutiva, la psicología, la neurociencia, la fisiología y las ciencias del bienestar animal.
Actualmente existe un proyecto, llamado ASENT, cuyo objetivo es desarrollar un nuevo marco conceptual para abordar el tema de la sensibilidad en animales. En los próximos años, ASENT planea enfocarse en la sensibilidad de las abejas.
Para el Dr. Birch las abejas son sujetos de estudio ideales para tal fin porque son invertebrados sofisticados con redes sociales complejas y son fáciles de estudiar a nivel experimental. “Las abejas son un gran lugar para comenzar si está buscando evidencia de experiencia consciente en estos casos controvertidos“. “Son cognitivamente sofisticados y muy buenas aprendices, por lo que tiene sentido preguntar:”¿Pueden ser estas formas de aprendizaje algo vinculado a alguna forma de conciencia? “
El Dr. Birch aspira a que estas investigaciones sirvan para construir un marco metodológico riguroso para evaluar los perfiles de conciencia de cada especie sin generalizar a los animales y sus clasificaciones. “Estamos tratando de pensar en los sentimientos de la manera más amplia posible y reconociendo que los sentimientos de los animales pueden no encajar realmente en las categorías que usamos para describir nuestros propios sentimientos“, dijo.
Acumular evidencia
El profesor Donald Broom, investigador emérito en medicina veterinaria y bienestar animal de la Universidad de Cambridge, Reino Unido, (no involucrado en el proyecto ASENT) destaca la importancia de recabar más evidencia sobre la sensibilidad en animales, especialmente en las abejas, ante el grave contexto mundial de contaminación por agroquímicos y la amenaza que representa para estos insectos.
Por su parte, la Dra. Susana Monsó, filósofa que trabaja sobre la mente y la ética de los animales en la Universidad de Medicina Veterinaria de Viena, Austria, señala que “No solo es importante saber si los animales son sensibles, sino también más específicamente qué tipo de intereses tienen” “Saber que un animal es sensible, no solo dice que se le debe una consideración moral. Conocer los intereses que tiene un animal dice mucho más sobre el tipo de trato que se le debe“. Esto cobra mayor relevancia en los animales afectados por las actividades antrópicas, como los animales de granjas industriales. Y en el caso de los insectos toma relevancia para considerarlos de manera más amplia en su relación con las crisis alimentarias mundiales.
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