Lamentablemente, los más afectados con estas decisiones unilaterales terminarán siendo los latinos que se emplean directamente de la industria agrícola
Sobre la guerra comercial en la que todos perdemos
Por: Ben Monterroso
Director Ejecutivo
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La semana pasada el gobierno de Trump decidió terminar la exención de aranceles de 10 y 25 por ciento a los productos de aluminio y acero provenientes de México, Canadá y la Unión Europea.
Esto provocó medidas similares por parte de los países que sufrieron la represalia, lo que dio paso al posible inicio de una guerra comercial en donde el sector agrícola y la comunidad latina estadounidenses podrían resultar afectados.
Para Trump, las importaciones «baratas» dañan la industria estadounidense y provocan la pérdida de empleo. Poner aranceles a productos extranjeros, lo hace escudado en una razón de «seguridad nacional”.
Solo en 2 ocasiones anteriores un presidente de los Estados Unidos había utilizado su poder (sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962) para frenar cualquier importación por “riesgos para la seguridad nacional”.
Sin embargo, Contrario a las razones expuestas por Trump, las compañías de acero y aluminio se encuentran en buen estado, ya que de 2016 a 2017, las industrias aumentaron sus ganancias en 2 mil millones de dólares.
La respuesta mexicana… no es venganza
El pasado lunes 4 de junio, el gobierno mexicano publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) una serie de productos provenientes de EU que pagarán aranceles; más de 200 productos provenientes de Estados Unidos, contarán con un arancel para su importación del 5% hasta el 25%.
Los principales productos a los que aplicarán este medida son la carne de puerco, quesos, productos de la industria agrícola como papas, manzanas y arándanos, al igual que productos de acero, aluminio y hierro. Algunos cálculos estiman que esto afectará en 3 mil millones de dólares a la economía estadounidense.
Por su parte, el subsecretario de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía de México, Juan Carlos Baker, dijo que las medidas arancelarias de México hacia Estados Unidos “no eran venganza”, ya que –los mexicanos- están en el derecho de responder a las restricciones del gobierno de Trump. Baker reiteró que si Estados Unidos retira las medidas, “el gobierno mexicano también quitará los aranceles”.
La Cámara Nacional de la Industria del Hierro y el Acero mexicana (CANACERO), calculó que los aranceles establecidos por Estados Unidos representan para el sector siderúrgico de México un impacto de US$2.000 millones anuales y demandó al gobierno de Peña Nieto que tomara medidas recíprocas en represalia.
Las posibles consecuencias de una guerra comercial
En opinión de varios economistas, la medida de Estados Unidos provocará que se desvíe el comercio en contra de Washington, pues puede esperarse que los países afectados por sus medidas se “compren más entre ellos”. Además del impacto económico, la decisión de la Casa Blanca, erosiona la relación entre aliados y dificulta el camino hacia la firma del TCLAN.
La industria agricultora de los Estados Unidos puede resultar de las más afectadas en esta respuesta del gobierno mexicano a los arbitrarios aranceles impuestos por la administración Trump. De acuerdo al Consejo Nacional de Productores de Cerdo, México es el mayor mercado de exportación de cerdo estadounidense, a donde se dirige 25% de su producción.
Respecto al tema, otra opinión importante fue la de Ángela Hofmann, directora de “Granjeros por un Comercio Libre”, quien dijo que las medidas arancelarias contra Estados Unidos en respuesta a la decisión de Trump, afectará de una forma inmediata y dolorosa la vida de muchos granjeros estadounidenses.
Lo más probable es que estos nuevos aranceles para proteger la industria acerera sí beneficien a la misma, sin embargo, por cada empleo que ofrece la industria de acero, hay 80 empleos en otros sectores que se verían directamente afectados por el aumento al precio del acero y del aluminio.
A la larga, esta medida debilitará la economía interna y afectará a empresas que pretendan generar nuevos empleos, porque si aumentan los precios de acero y aluminio las empresas tendrán que costear su materia prima de producción y perderán recursos para la creación de más empleos o el sustento de los que ya tienen.
De acuerdo a estimaciones el Departamento de Trabajo de los Estados Unidos, gran parte de la comunidad latina se emplea en el ámbito de la construcción, casi un 30%. Pero en segundo puesto se emplea en la industria agrícola donde el 23% de los latinos se encuentran laborando.
El presidente Trump parece no querer reconocer que tomó una mala decisión a pesar que el mundo entero se lo haga evidente.
Aunque piense que sus intenciones son las mejores al querer proteger a la industria acerera, no se da cuenta o no le interesa comprender que le está haciendo un gran daño a la industria agrícola, así como a otros sectores dependientes del acero.
Lamentablemente, los más afectados con estas decisiones unilaterales terminarán siendo los latinos que se emplean directamente de la industria agrícola.
Como comunidad latina necesitamos un contrapeso real y efectivo en el congreso que frene este tipo de decisiones arbitrarias que nos afectan a todos mucho más de lo que benefician a pocos. Por eso el próximo 6 de noviembre salgamos a votar en conjunto por la opción que mejor represente nuestros intereses.