Durante el día global de acción climática, Fridays for Future y otras organizaciones ambientales demandan al gobierno federal asegurar una recuperación que tome con seriedad la crisis ambiental
6° Día de Acción Global por el Clima. Fridays for Future
Hace un año, miles de personas se manifestaron en CDMX demandando acción climática para evitar las consecuencias más catastróficas que la acumulación de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera está teniendo en el clima y toda la vida en el planeta.
Dado el confinamiento obligado por el Covid-19, Fridays for Future y otras organizaciones ambientales marcaron el día global de acción climática mostrando una manta amarilla con el mensaje “Emergencia Climática” frente a Palacio Nacional esta mañana.
El día de hoy se han movilizado jóvenes alrededor del mundo con este mismo mensaje: la emergencia climática sigue siendo el reto más importante que enfrenta la humanidad.
Frente a las consecuencias de la pandemia que ha impactado al mundo entero, nuestras autoridades deben con visión de futuro comprometerse con una recuperación que sea justa y que sea acorde a la emergencia ambiental.
Ante el inminente quiebre en el equilibrio ecológico, instamos al gobierno mexicano a replantear su política energética, encaminándola hacia una reducción acelerada de emisiones que esté en línea con la meta global del 1.5°C de aumento en la temperatura.
Esto implica reorientar el desarrollo de infraestructura hacia una transición energética justa, basada en fuentes renovables, enfocada en la generación descentralizada que permita combatir la pobreza energética y la inequidad que el modelo extractivista fósil ha perpetuado en nuestro país, lejos de proyectos industriales y políticas de energía sucia como el fracking y la Refinería Dos Bocas que anclan a nuestro país a la dependencia de combustibles fósiles, así como permitir y priorizar el desarrollo de tecnología y gestión para el panorama ambiental nacional destinando los recursos necesarios para ello.
Asimismo, exhortamos a la administración dejar de impulsar proyectos infraestructurales como el Tren Maya, ya que han sido demostrados los efectos perniciosos en materia socio ambiental, cultural, económica y política para los habitantes y la región tanto por científicos nacionales como internacionales.
Mantener y reforzar los esfuerzos nacionales para alcanzar los compromisos establecidos en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, el Protocolo de Kioto, el Acuerdo de París con una actualización de las NDCs más ambiciosa, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático en materia de reducción de emisiones de GEI, hacia una transición energética y justicia ambiental.
Además, se debe promover la generación de una red integral de movilidad, que contemple la preponderancia de un transporte público masivo y eficiente, peatonalización de calles, reducción de carriles al automotor privado, en conjunto con la movilidad no motorizada, por ejemplo, la bicicleta siguiendo la pirámide de la movilidad sostenible.
Esta vinculación de elementos permitiría regionalizar los transportes, así reducir las emisiones generadas por transporte privado motorizado, al mismo tiempo que da paso al acceso a la movilidad ciudadana, y genera impactos positivos en la salud humana.
En lo que respecta a las cadenas de producción alimentaria, exigimos que se fije un rumbo para transitar a un sistema alimentario basado en plantas como medida crucial para reducir las emisiones de carbono y que exista una gestión gubernamental que mire hacia una producción local agroecológica con miras a una soberanía alimentaria, no enfocada en la agroindustria de monocultivo y la ganadería, ya que genera grandes y profundos impactos negativos, como la erosión, la pérdida de biodiversidad, deforestación, escasez de agua dulce, uso excesivo de agroquímicos y emisiones de GEI.
Esto en aras de adaptar el campo mexicano a los efectos venideros de la crisis climática, mejorar la calidad alimentaria, la salud pública y reducir las desigualdades que el consumo nacional diferenciado produce en las poblaciones marginalizadas priorizando la alimentación basada en plantas como un derecho, no como mercancía.
El COVID 19 ha demostrado que el tratar de ahorrar dinero mostrando poco o nulo interés en la protección del medio ambiente, la preparación ante emergencias, los sistemas de salud y las redes de seguridad social es un rotundo fracaso y lo estamos pagando con creces.
México y el resto del mundo no pueden permitirse nuevas catástrofes de cualquier dimensión, ya sea a causa de la próxima pandemia, la crisis climática o la crisis de biodiversidad, que serán cada vez más devastadoras.
Volver a la «normalidad» no es una opción, las decisiones que se tomen ahora pueden fijar modalidades de un desarrollo económico que causará sin duda daños permanentes y cada vez mayores a los sistemas ecológicos que sostienen la salud humana y los medios de vida, sin embargo, si se toman de forma inteligentemente y basadas en la mejor ciencia disponible, pueden promover un mundo más saludable, más equitativo y más respetuoso con el medio ambiente.
Por eso pedimos que dentro de la nueva normalidad se pueda dar prioridad a:
1.-Proteger y preservar la fuente de la salud humana: la naturaleza.
2.-Invertir en servicios esenciales, desde agua y saneamiento hasta energías no contaminantes en los centros de salud.
3.-Asegurar una transición energética justa en pro de la salud.
4.-Promover el sistema alimentario basado en plantas como alternativa sana y sostenible.
5.-Construir ciudades sanas, habitables y con movilidad sostenible.
6.-Dejar de utilizar el dinero de los contribuyentes para financiar la contaminación.