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Isabel Hernández muestra sus manos un tanto desgastadas y sonriente expresa: "el trabajo artesanal cuesta y tiene que ser valorado"

Artesanas que contribuyen a mejorar el medio ambiente

Tiene 36 años de edad, de los cuales 34 los ha vivido tejiendo canastas y bolsas de palma en el estado de Oaxaca: «Soy Isabel Hernández, de la comunidad Mixteca, orgullosamente artesana que busca contribuir a la mejora del medio ambiente con mis productos, al alcance de todas y todos».

Isabel Hernández participó en la primera Feria de la Canasta que organizó el Gobierno de la Ciudad de México y destacó que este tipo de eventos representan una oportunidad para que la ciudadanía adquiera y conozca estos productos sustentables

Isabel Hernández muestra sus manos un tanto desgastadas y sonriente expresa: «el trabajo artesanal cuesta y tiene que ser valorado».

Asegura que la artesanía es una habilidad ancestral, que se transmite de generación en generación y pone como ejemplo que tiene tres hijos, quienes empezaron desde los tres años a tejer y actualmente hacen canastas, bolsas y otro tipo de productos sustentables.

Isabel Hernández participó en la primera Feria de la Canasta que organizó el Gobierno de la Ciudad de México y destacó que este tipo de eventos representan una oportunidad para que la ciudadanía adquiera y conozca estos productos sustentables hechos, en su mayoría, por mujeres artesanales y que en ocasiones por la distancia, no son accesibles para toda la gente.

“Mi comunidad no usa ninguna técnica industrial, todo es hecho a mano, por eso pedimos que se organicen más eventos como éste para contribuir a un mejor medio ambiente y también a la economía», señala.

Comenta que con estos productos, que tardan por lo menos seis días en elaborarlos, se reduce la contaminación al usar la palma y además se contribuye a una causa social al permitir mejorar la condición económica de las comunidades.

Precisa que todas las piezas que hace son multiusos porque pueden servir para frutero, macetero, para guardar credenciales, tarjetas, entre otras cosas

«Detrás de una canasta, una bolsa de palma hay mucho trabajo. Cortar la palma, secarla, voltearla dos o tres veces al día es muy laborioso porque se limpia entre 40 o 50 veces al día, hay que  estar de rodillas en un cueva y la verdad no cualquiera lo hace y esto deja cicatrices en manos y piernas», reconoció Isabel.

Precisa que todas las piezas que hace son multiusos porque pueden servir para frutero, macetero, para guardar credenciales, tarjetas, entre otras cosas: «Gracias a mi trabajo mi estado es conocido y visitado y gracias a todos mis compañeros la artesanía es reconocida a nivel mundial».