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Los murciélagos egipcios miden hasta 19 centímetros, con las alas extendidas, viven y se refugian en una estancia donde reciben los cuidados necesarios

Conoce los murciélagos que viven en el Zoológico de Chapultepec

En el Zoológico de Chapultepec los murciélagos reciben un trato especial. De eso se encarga Armando Sánchez Amador, quien cuida a 18 murciélagos egipcios que se caracterizan por ser los únicos mamíferos que pueden volar, que silban para emitir vibraciones y así ubicar objetos para no chocar con ellos en la oscuridad conocida como ecolocalización.

Armando asegura que algunas personas los estigmatizan e incluso les tienen miedo, pero sostiene que son ejemplares que contribuyen a regular el medio ambiente a través de la polinización

Armando asegura que algunas personas los estigmatizan e incluso les tienen miedo, pero sostiene que son ejemplares que contribuyen a regular el medio ambiente a través de la polinización.

«Los murciélagos son una especie maravillosa, nada más que a la gente le genera un poquito de fobia o miedo. Han sido estigmatizados como seres malos pero una de sus funciones es que ayudan a esparcir semillas para que nazcan más flores y plantas», resalta Armando.

Los murciélagos egipcios miden hasta 19 centímetros, con las alas extendidas, viven y se refugian en una estancia donde reciben los cuidados necesarios, la temperatura idónea y, por supuesto, la visita de Armando Sánchez, quien comparte su alegría por trabajar en el Zoológico de Chapultepec y cuidar a estos ejemplares.

“Me siento muy orgulloso de trabajar en una institución como es el Zoológico de Chapultepec porque es un lugar en el que se ayuda a las especies que están en grave peligro de extinción”, menciona.

Armando Sánchez cuenta que tiene 22 años de experiencia en el cuidado de diferentes ejemplares y dos con los 18 murciélagos egipcios. El albergue de los murciélagos se conforma por un cuarto con poca luz y réplicas de estalactitas, donde ellos permanecen. En el albergue también cuelga un recipiente y debajo de éste se coloca una charola para que no se riegue el jugo de los cuatro o cinco kilos de fruta que se les proporciona.

Además de la buena alimentación, Armando Sánchez menciona que los ejemplares también son revisados por médicos veterinarios, una o dos veces por año

“Por las mañanas mi actividad principal es revisar que estén bien, que hayan comido, que no haya nada fuera de lo común. Después los contabilizo y limpio su albergue, y durante el día les proporciono su alimento”, comenta el cuidador.

Además de la buena alimentación, Armando Sánchez menciona que los ejemplares también son revisados por médicos veterinarios, una o dos veces por año, para desparasitarlos y tomarles muestras de excremento para laboratorio; en general se mantienen en constante observación clínica para evitar cualquier anomalía en su salud.

“Son animales que causan un poquito de miedo, pero son muy benéficos. Nosotros necesitamos mucho de ellos, pero tienden a ser una fobia para la gente. En algunos lugares los cazan, los matan, sin saber que son animales que nos ayudan a vivir», agrega.