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Investigadores trabajan para prevenir enfermedades virales en cerdos

Desarrollan vacuna de nueva generación para uso animal

Para tener capacidad de respuesta ante la presencia de virus que atacan a los cerdos y trasmiten enfermedades que generan impactos productivos y económicos a los porcicultores mexicanos, investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP) han logrado desarrollar mediante la aplicación de herramientas biotecnológicas, vacunas de nueva generación y métodos de diagnóstico basados en PCR en tiempo real –éste es el método que hoy se utiliza para diagnóstico del Covid-19– que permiten contrarrestar los posibles daños para el sector.

Desarrollan vacuna de nueva generación para uso  animal
Sus métodos de diagnóstico en tiempo real se podrían usar en Covid-19

Durante muchos años el Instituto ha tenido logros importantes para atender problemas sanitarios referentes a enfermedades virales como Aujeszky, Fiebre Porcina Clásica (FPC), Diarrea Epidémica Porcina (DEP), Circovirus porcino, Enfermedad del Ojo Azul (EOA) entre otras.

En la actualidad se trabaja en propuestas para desarrollar alternativas en el diagnóstico de la Peste Porcina Africana (PPA) enfermedad emergente altamente contagiosa y que representa un peligro inminente para México, que no tiene vacuna ni tratamiento. Sin embargo, resulta necesario fortalecer el área de salud animal, mediante recursos humanos e inversión, de las institutos de investigación públicas, como el INIFAP.

La investigadora del organismo, Sandra Cuevas Romero, doctora en la Universidad Agrícola de Suecia en Medicina Veterinaria, considera que debe existir un vínculo entre la parte de investigación de los desarrollos en los institutos y el sector privado.

“Como investigadores, nos cuesta trabajo establecer estas estrategias o acompañamiento. Falta optimizar un sistema bien hecho de transferencia de tecnología, entre autoridades correspondientes. INIFAP tiene un departamento de transferencia de tecnología, pero hace falta fortalecerlo”.

Como especialista del Centro Nacional de Investigación en Salud Animal e Inocuidad del INIFAP, que ha participado en equipos de investigación en el ámbito global, asegura: “el nivel de desarrollo que tenemos en México es muy competitivo a nivel internacional en muchas áreas, nuestra limitante siempre ha sido la parte económica, hay pocos apoyos y muy competidos”.

Por ejemplo, puntualiza, aquí el avance en una investigación puede llevar hasta dos años, principalmente por la disponibilidad y oportunidad de adquisición de recursos y materiales requeridos a diferencia de los países desarrollados como Suecia, donde solo toma días el poder adquirirlos permitiendo un avance en cuatro o seis meses. Ellos tienen todo en accesibilidad en operación, recursos e insumos, en forma inmediata.

Contar con tecnologías que ayuden a proteger la salud animal en México es relevante, ya que de acuerdo con asociaciones de porcicultores, la industria porcina tiene un valor de 62 mil millones de pesos y genera más de dos millones de empleos, 350 mil directos y 1.7 millones indirectos

Desarrollo de vacunas y métodos de diagnóstico

Cuevas Romero explica que en el INIFAP trabajan en al desarrollo de pruebas diagnósticas y el desarrollo de vacunas para especies animales, donde ya se han logrado obtener tres Títulos de Obtentor.

En 2005, detalla, empezamos a trabajar un par de proyectos, uno para el desarrollo tecnológico de una vacuna recombinante, de nueva generación, para prevención de la EOA, y un producto recombinante para el desarrollo de sistemas diagnósticos, específicos para esta afección de los cerdos, la cual afecta la reproducción y puede provocar la mortalidad de lechones en más del 90%.

Con esto logramos dos Títulos de Obtentor en 2014, luego de que se ingresó al Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI), el proceso duró unos cuatro años y contó con la asesoría de expertos de la Universidad Agrícola de Suecia.

Refirió que la EOA “ocasiona considerables pérdidas económicas asociadas a la baja en la fertilidad, incremento en el porcentaje de lechones nacidos muertos (arriba del 19%), la presencia de momias (mayor al 36%), la disminución en el número total de lechones nacidos vivos (-4.1) y el incremento en la mortalidad de lechones durante las primeras semanas de vida que puede ser mayor a un 50%”.

El tercer registro, explicó, fue una prueba basada en PCR en tiempo real, es una método de diagnóstico rápido y específica para el Rubulavirus porcino que ocasiona la enfermedad en cerdos.

Esta tecnología es similar a la que hoy en día se aplica en el diagnóstico del Covid-19. De hecho, recalca, tenemos capacidad técnica y de conocimiento para poder desarrollar y aportar un sistema diagnóstico para esta enfermedad y su uso en humanos.  

En esta emergencia sanitaria que vive el país, no se gestionó o se dio oportunidad para participar apoyando en esa área. Hoy en día, el Instituto trabaja en el manejo de diferentes Coronavirus que afectan animales en particular cerdos, lo que genera una área de oportunidad para poder apoyar este problema de salud, donde se podrían hacer pruebas con coronavirus y nuestra capacidad diagnóstica depende de cuántas personas y equipos se incorporen.

Un cuarto registro, agrega la investigadora, que estamos ingresando es el Bioproceso de producción de proteínas recombinante a partir de proteínas virales, de bajo costo y factible de ser escalado a nivel semi-industrial. Con esto tratamos de transferir la tecnología para el desarrollo de vacunas y/o sistemas diagnósticos a la industria farmacéutica. En precios podemos igualarnos a lo que hay en el mercado y la calidad es superior a lo que ahí se ofrece.

Capacidad para detectar anticuerpos vs Covid-19

Recientemente, la doctora, junto con su equipo, ingresó un proyecto en Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT)   para desarrollar un sistema diagnóstico para pruebas de Elisa para detección de anticuerpos contra Covid-19, basado en proteínas recombinantes. Nosotros contamos con un laboratorio formado con las bases técnicas bien establecidas que permite ofrecer resultados a seis meses, en una prueba diagnóstica. Estamos en nivel competitivo y forma de aportar algo en la línea de salud humana.

La investigadora –quien desde 1985 trabaja en la institución– recuerda que antes no había esa cultura de patentar y ahora, incluso en los proyectos del CONACyT forma parte de los productos que se sugieren se integren en el desarrollo de los mismos y se debe registrar la propiedad intelectual.

Considera que es importante que se reconozca al investigador, porque muchos de los desarrollos llevan hasta 10 o más años para su conclusión Hace 35 años el investigador del INIFAP, Pablo Correa desarrolló una vacuna que sirvió para erradicar la cólera porcina o FPC, y Eliseo Hernández aportó una vacuna para el control de rabia paralitica en bovinos.

En  su momento estas vacunas se encontraban en el mercado, pero nunca se patentaron; se vendieron pero los autores no recibieron “ni las gracias”.