Eliminar parásitos con el menor uso de sustancias químicas o aditivos alimenticios sintéticos empleados por los ganaderos minimiza el grado de infestación de los animales
En busca de una raza de ovinos libre de parásitos
Prensa Animal/Agencia Informativa Conacyt
Trabajar en la erradicación de parasitosis en animales ovinos y contribuir a que los países mejoren su seguridad alimentaria y disminuyan la desnutrición, es parte del proyecto internacional convocado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) y la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Este proyecto regional de América Latina y el Caribe está representado por el doctor Ricardo E. Caicedo Rivas, académico e investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), quien representa a México en el desarrollo de este proyecto regional.
Este proyecto, con código ARCAL/RLA/5/071, titulado Disminución de la tasa de parásitos en ovejas cuenta con la participación de 11 países de Latinoamérica y del Caribe, incluido México, desde el año 2016 y con apoyo a nivel regional de 9.3 millones de pesos. Tiene una duración de cuatro años, aunque no se descarta su ampliación para obtener mejores resultados.
Los trabajos de investigación que integran el proyecto emplean biología molecular para obtener una base de datos sobre las características fenotípicas y genotípicas de las especies de ovinos que se estudian, incluyendo el cruzamiento de animales inoculados con parásitos resistentes y susceptibles, contra diferentes especies de parásitos gastrointestinales (GI).
La intención final es crear una raza de ovinos resistente a parásitos que permita minimizar la utilización de sustancias desparasitantes que contaminan los subproductos derivados de su carne, así como el medio ambiente.
“En el caso de México, a través del Laboratorio de Endocrinología de la Reproducción y Malacología de la BUAP, se han encontrado prevalencias muy altas de parásitos como Haemonchus contortus, Trichostrongylus spp., Strongyloides papillosus, Trichuris ovis, Paramphistomum cervi; a nivel hepático, la Fasciola hepatica, sin dejar de mencionar las coccidias, un protozoario presente en todo México”, explicó en entrevista para la Agencia Informativa Conacyt el doctor Ricardo Caicedo.
El investigador detalló que la finalidad del proyecto es crear una raza resistente a parásitos gastrointestinales, no solo en México sino a nivel de Latinoamérica y el Caribe, de ahí la cooperación entre los países que participan, aunque aclaró que cada región tiene sus propias condiciones ambientales que hacen que las cargas parasitarias (huevos por gramo de heces) sean muy diferentes.
Ricardo Caicedo Rivas y su equipo han realizado tamizajes en animales de fincas en los estados de Veracruz, Puebla, Oaxaca, Morelos y Tlaxcala. “Tenemos unos mil 500 animales involucrados en el proyecto, cada uno es marcado con un arete (un código) y se registra en un programa internacional, donde todos los países pueden conocer la raza y sus características fenotípicas y genéticas”.
Cómo se detectan parásitos
“Nosotros vamos al campo, se toma la información ecológica y las características fenotípicas de cada animal a través de muestras de sangre y heces. Una vez detectados los parásitos se realiza a cada animal su carga parasitaria en una cámara de McMaster modificada”.
Ricardo Caicedo advierte que entre más elevada sea la carga parasitaria, mayor será el grado de desnutrición de los animales, ya que algunos causan anemia en los animales y, finalmente, la muerte.
Para detectar el grado de anemia que presentan, utiliza la técnica Famacha, sobre todo en el caso del parásito llamado Haemonchus contortus, esta técnica es exclusiva para la detección de esta parasito; sin embargo, da buenos resultados con la presencia de Fasciola hepatica.
“La fascioliasis por Fasciola hepatica es interesante, ya que produce grandes pérdidas económicas en México, no solo en ovinos sino también a nivel de bovinos, este parasito se internaliza en el parénquima hepático y llega allí atravesando el intestino, esta parasitosis produce la muerte en ovinos”.
Actualmente, el doctor Ricardo Caicedo desarrolla una metodología que aún se encuentra en fase de experimentación, pero busca mantener vivos a los animales infectados con Fasciola hepática, con inoculación de 600 o hasta mil huevos por gramo de heces, gracias a la estimulación del sistema inmunológico de cada animal.
Qué es más peligroso, el parásito o el desparasitante
Eliminar parásitos con el menor uso de sustancias químicas o aditivos alimenticios sintéticos empleados por los ganaderos minimiza el grado de infestación de los animales. No obstante, en el caso de México uno de los más usados es la ivermectina, sustancia prohibida en muchos países por ser altamente tóxica, tanto para el animal como para el medio ambiente.
La ivermectina, asegura el doctor Ricardo Caicedo, contamina la carne, la leche y la piel del animal, además cuando el animal excreta sus desechos se contamina el subsuelo y lo vuelve infértil y tóxico para bacterias, hongos e insectos encargados de degradar los residuos del desecho del animal.
Entre los riesgos de comer carne contaminada con desparasitantes como la ivermectina, el doctor Ricardo Caicedo señala intoxicaciones, alergia y afección al sistema inmunológico, así como afectaciones al hígado y páncreas, principalmente.
Lo grave del caso, advierte, es que no existe un control en el consumo de carne procedente de animales contaminados con exceso de desparasitantes, pues regularmente si el animal está infestado, el ganadero, que no recibe asesoría, suele sacrificarlo y vender la carne para el consumo humano.
Otro problema que han detectado es que el ganadero importa alfalfa de otras regiones del país para alimentar a sus animales y es muy probable que ese pasto esté infectado de parásitos como Fasciola hepatica, pues muchos pastos para alimentación son irrigados con aguas residuales, esto representa un problema para el productor, pues al contaminarse, el animal se adelgaza y muere.
“Hemos localizado a ganaderos que tienen entre 150 a 200 cabezas de ovinos o caprinos y no reciben ningún tipo de asesoría veterinaria. He visto animales que se van al sacrificio pero, sin embargo, estos están altamente infestados de parásitos, esto a pesar de que hay lineamientos y normas, pero lamentablemente no se aplican y esa carne afecta a los humanos que la consumen”.
La buena noticia
A pesar de esta contaminación, el doctor Ricardo Caicedo advierte que los animales infestados que han logrado permanecer vivos es porque desarrollaron un gen contra estos parásitos, y ese gen es precisamente lo que está buscando.
“Cada animal que marcamos tiene un historial clínico, entonces hacemos estudios para determinar si su ADN es resistente a los parásitos y lo seleccionamos para hacer cruza de animales tanto resistentes como susceptibles; después de tres cruzamientos obtenemos el gen, y ese es el que probamos. También inoculamos determinados animales con ciertos parásitos para ver su comportamiento, tanto metabolómico como su fenotipo”.
Como parte del trabajo que desarrolla, el investigador también brinda asesoría y recomendaciones a los ganaderos para tratar los parásitos de sus animales.
“Lo que queremos es establecer una metodología de diagnóstico y una metodología de tratamiento de acuerdo con el tipo de parásito, para que el ganadero sepa qué debe utilizar”.
En este proyecto, colabora la bióloga Marina Paz Calderón Nieto, capacitada en países de Sudamérica en metodología de la biología molecular para la detección de genes de resistencia parasitaria.