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Este estudio indica que la reducción de contaminantes secundarios como el ozono, aun representa un reto en la gestión de la calidad del aire

Entre 1990 y 2015 se reduce concentración de partículas finas pm2.5 y de ozono: Estudio de Sedema

Entre 1990 y 2015 hubo una significativa reducción en la concentración de partículas finas PM2.5 y de ozono (O3), la cual permitió evitar más de 22 mil muertes prematuras e incrementar por más de tres años la esperanza de vida promedio de los habitantes de la Ciudad de México.

Así lo señala el estudio “Análisis histórico de los beneficios para la salud asociados a una mejor calidad del aire en la Ciudad de México entre 1990 y 2015”, realizado por la Secretaría del Medio Ambiente (SEDEMA), en colaboración con la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard.

En el patio del Antiguo Palacio del Ayuntamiento, el Jefe de Gobierno, José Ramón Amieva Gálvez, señaló que el Cambio Climático y la contaminación son un gran reto para nuestras generaciones y no podemos permanecer ajenos a esta realidad.

Celebró que gracias a las medidas correctivas a la calidad del aire se lograron evitar 22 mil 500 fallecimientos, además de incrementar la esperanza de vida, debido a que “todos queremos seguir viviendo y queremos que quienes habitamos una ciudad sigan viviendo más”.

“Tenemos ahora un aumento de 76 a 78 años en la ciudad, 76 años para los hombres, 78 años para las mujeres; sin embargo, la proyección que se tiene a través de la Agenda Sustentable de la ONU, es que para el alcance de la Agenda 2030 se amplíen todavía 20 años más las expectativas de vida”, sostuvo.

Destacó la importancia de la continuidad de estas políticas mediante un esfuerzo tanto del gobierno como de la comunidad científica, a la cual agradeció su participación en la elaboración de este estudio.

“Aquí se señala que la toma de decisiones en políticas públicas se debe de sustentar en elementos de diagnóstico y plataformas de conocimiento, aquí lo tienen; lo que sigue es continuar con esas políticas públicas”, expresó.

Los doctores responsables del proyecto, Douglas W. Dockery, John Stephen Evans y Leonora Rojas Bracho, resaltaron que la mejora en la calidad del aire impactó en la reducción de la mortalidad por enfermedad isquémica del corazón (EIC), enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), infarto cerebrovascular y cáncer de pulmón, en la población adulta, y por enfermedades respiratorias inferiores agudas, en la población infantil de la CDMX.

La titular de la SEDEMA, Tanya Müller García, se declaró convencida de que la evidencia científica es clave para la elaboración de políticas medioambientales responsables, por lo que esta administración ha involucrado la participación de reconocidos investigadores nacionales e internacionales, así como de importantes institutos de investigación.

“Las políticas para mejorar la calidad del aire deben ser efectivas, inclusivas y con una visión megalopolitana de largo plazo, pues la contaminación no reconoce fronteras”, señaló.

La primera ciudadana mexicana con un doctorado en Ciencias de la Salud Ambiental por la Universidad de Harvard, Leonora Rojas Bracho, explicó cómo se llevó a cabo el estudio, su metodología, los resultados, así como las acciones recomendadas para seguir con la reducción de los contaminantes en la ciudad.

Destacó la mejoría indiscutible en la calidad del aire de la CDMX, en estos 25 años, pero dijo que aún falta camino por recorrer, en materia de prevención de la salud ambiental e incrementar la esperanza de vida.

De acuerdo al reporte, de no haberse puesto en marcha medidas de control para las emisiones contaminantes desde 1990, como los programas de Verificación Vehicular Obligatoria (PVVO), Hoy No Circula (HNC) y para Mejorar la Calidad del Aire en la Zona Metropolitana del Valle de México (ProAire), la calidad del aire hubiera seguido una tendencia negativa, debido a los procesos antropogénicos como el aumento de la flota vehicular, del parque industrial y al crecimiento de la población y la expansión de la mancha urbana.

Este estudio indica que la reducción de contaminantes secundarios como el ozono, aun representa un reto en la gestión de la calidad del aire, la cual debe reforzarse con el diseño e implementación de una nueva generación de políticas públicas medioambientales, cuyo principal indicador sería el impacto directo en la calidad del aire y el beneficio a la salud de la población.

Una de las recomendaciones de este estudio es continuar con el control de la contaminación, a través de la instalación de filtros de partículas en vehículos pesados que utilizan diésel modelo 1985 y posteriores, ya que los beneficios en salud serían del orden de 250 millones de dólares por año.

Asimismo, los beneficios netos, es decir, restando los costos de la implementación de los equipos y su mantenimiento, ascenderían a casi 110 millones de dólares anuales.

La CDMX ha impulsado el uso de tecnologías de vanguardia en materia de baja emisión de contaminantes a través del Programa de Autorregulación Ambiental para Vehículos a Diésel, al introducir en la Línea 7 del Metrobús 90 vehículos con tecnología Euro VI, que cumplen con lo establecido en la norma NOM 044-SEMARNAT 2017 sobre los límites máximos permisibles de emisión para vehículos pesados nuevos, misma que entrará en vigor hasta 2021, y que la capital del país ya contempla.

Resalta también el Sistema de calentamiento solar de agua (CSA) en 10 hospitales de la urbe, como parte del proyecto “Calentamiento Solar de Agua en Hospitales del Gobierno de la Ciudad de México”: con una inversión de 15 millones de pesos, se logra una reducción de emisión de contaminantes de 481 toneladas de CO2 y un ahorro de cuatro millones de pesos al año.

Este estudio, coordinado y financiado por la SEDEMA con recursos del Fondo Ambiental Público, está disponible para su consulta en versión digital en el enlace:

http://www.data.sedema.cdmx.gob.mx/beneficios-en-salud-por-la-mejora-de-la-calidad-del-aire/

Con esta colaboración binacional e interinstitucional, el Gobierno de la CDMX, a través de la SEDEMA refrenda su compromiso de analizar a profundidad los factores y causas de la contaminación, para efectuar y aplicar políticas públicas, estrategias y acciones encaminadas a mejorar la calidad del aire de la capital del país, para beneficio de la salud de quienes la habitan, visitan y transitan.