Intelectuales, académicos y literatos exaltaron la vida, obra y legado político y literario del considerado apóstol de la Reforma
Recuerdan a Ignacio Ramírez El Nigromante
Ignacio Ramírez El Nigromante, “apóstol de la Reforma” y “bienhechor de la patria”, abogado y político liberal, escritor, profesor y periodista fue recordado en el bicentenario de su natalicio con un homenaje en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, por intelectuales, académicos y literatos que exaltaron su vida, obra y legado político y literario.
En la mesa moderada por el doctor Javier García Diego, director de la Capilla Alfonsina; el licenciado Luis Maldonado Venegas, la doctora Mariana Ozuna Castañeda, el doctor Miguel Ángel Castro y el doctor Vicente Quirarte coincidieron en calificarlo como un “pilar de la historia” y un hombre que “colaboró en la construcción de este país”.
El doctor Maldonado expuso que Ignacio Ramírez fue el hombre cuyo perfil ideológico retrata al siglo de las luces mexicanas.
“Precursor del materialismo científico, alificado por muchos como el gran ateo del movimiento liberal; por otros, como un jacobino radical; pero por todos, como un hombre de firmes principios, intolerante a la desigualdad y definitivo en su lucha contra los privilegios”.
Se distinguió porque nada era ajeno a su anhelo de superación intelectual. Escribió, enseñó y polemizó sobre Teología, Física, Química, Matemáticas, Anatomía, Filología, Economía, Derecho, Historia y Ciencias Naturales.
Fue un funcionario público de “probidad impoluta, de honestidad intachable”, quien en el ejercicio de los más elevados encargos “fue más allá del apotegma juarista que alecciona con la honrada medianía”.
Y como, jurista, legislador y ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, fue un “defensor infatigable de la igualdad de cualquier ciudadano frente a la Ley y la Justicia. Poeta, periodista y cronista fustigante y revelador”.
De todos sus luminosos perfiles “no hay uno que defina con mayor contundencia la estatura heroica de Ignacio Ramírez que el título de maestro, con la que ejerció la más profunda de sus vocaciones. Porque él sabía que el camino de la superación individual y colectiva es la educación”.
Como un hombre visionario que se anticipó a su época vislumbró el “derecho igualitario de la mujer de acceder a la ilustración y sustentó la idea de que la enseñanza de los pueblos indígenas debería basarse en el respeto irrestricto a su cultura y tradiciones”.
El doctor Castro, investigador de Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), lo calificó como “orgulloso de su estirpe insurgente, a la que el viejo régimen y sus afiliados habían maldecido con sus anatemas”.
En el evento al que asistió Lidia Camacho, directora general del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), mencionó que se reconocía como “un digno defensor de la libertad de pensamiento, de la libertad para el trabajo y de la libertad para las afecciones”.
Como liberal puro defendió sus convicciones republicanas en todo momento apoyado “en los procesos de la razón y el pensamiento ilustrado”.
Entregado la mayor parte de su vida a la misión política y moral tuvo tiempo para reflexionar en su poesía sobre el dolor de la ausencia y el amor conyugal, así como experimentar la pasión amorosa.
Lo más significativo de su vena poética radica, “por una parte, en la intensidad de la defensa de sus ideas y en la fuerza de sus expresiones; por otra, en el humor cáustico con la que acompaña sus reflexiones vitales y su tardía pasión amorosa”.
El especialista en hemerografía del siglo XIX y Literatura dijo que “los versos del Nigromante que han trascendido, además de su consistencia formal, conmueven por la profundidad de su pensamiento materialista y la desolación sentimental, atraen por su ironía desafiante y cierta gracia”.
La doctora Ozuna, profesora de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, especialista en Literatura Hispana del siglo XIX, manifestó que lo fisiológico es primordial en las ideas de Ignacio Ramírez, presente en toda su obra.
Exponía que el cuerpo, su composición, el nervio, los pulsos eléctricos, son el origen de toda forma de conocimiento, es de hecho, dice Ramírez “el origen de la literatura”.
Para el pensador y héroe nacional, la literatura era una ciencia “porque el lenguaje no es más que una manifestación fisiológica de la organización humana, y porque en el mismo lenguaje se distingue, fácilmente, los elementos individuales y las funciones sociales”, expuso en sus lecciones de literatura.
El doctor Quirarte, profesor de la UNAM y miembro del Colegio Nacional y de la Academia Mexicana de la Lengua resaltó que Ramírez nunca dijo que “Dios no existe”, porque lo que expuso fue que: “No hay Dios”, expresión muy diferente a la determinante primera frase.
Pero esta “sintetiza el pensamiento laico de su época, la necesidad de encontrar una respuesta científica a los fenómenos del mundo”.
Ramírez “encargó el pensamiento radical y avanzado del liberalismo. Llamarse a sí mismo Nigromante es una declaración de principios y una actitud ante la vida. Se sabía responsable de una generación que debía apostarlo todo o no ofrecer nada”.
Ignacio Ramírez El Nigromante nació el 22 de junio de 1818 y destacó en el ámbito político, literario y periodístico por su pensamiento liberal. Falleció el 15 de junio de 1879, a la edad de 60 años, siendo Ministro de la Suprema Corte de Justicia.
Sus aportes fueron consideradas revolucionarias, condenó los actos de gobiernos conservadores y abogó por la reforma del país en el ámbito económico, educativo y religioso. Durante el gobierno de Benito Juárez creó la Biblioteca Nacional y unificó la educación primaria en el país.