El consumo de animales, sobre todo en sus formas más procesadas, sigue siendo símbolo de estabilidad económica
#UnDiaSinCarne/El futuro de la carne
Por Martha Mondragón
Podría decirse que hoy, más que nunca, existen todo tipo de alternativas vegetales a los productos animales. Quesos elaborados sin leche de vaca o cabra. Embutidos hechos a base de proteína de trigo y soya. Imitaciones de carne de vaca y pollo cuyos sabores y texturas se acercan bastante a las originales. Según un reporte de Allied Market Research la demanda de sustitutos e imitaciones de carne espera un aumento del 8.4% (entre 2015 y 2020). A pesar de todo lo anterior, la carne sigue llevando una enorme delantera en el mercado de los alimentos. ¿Será posible que esta situación cambie en un corto, mediano o largo plazo?
Según la OECD, Israel, Estados Unidos, Malasia, Australia, Arabia Saudita, Argentina y Brasil son los principales consumidores de carne en todo el mundo. Pero cada uno de ellos ingiere cantidades diferentes dependiendo del animal. Así, Israel es el país que consume más pollos, con 58.24 kg anuales por persona, seguido por Estados Unidos y Malasia. Argentina consume 40.5 kg anuales de carne de vaca y sus crías (terneras) por persona, seguida por Paraguay y Estados Unidos. Los 28 países de la unión Europea consumen 32.1 kg anuales de cerdo por persona, seguidos por Vietnam y China. Australia es el país que consume más ovejas, con 8.6 kg anuales por persona, seguidos por Kazajistán y Arabia Saudita. México consume 50.1 kg de carne por año de todos los animales anteriormente mencionados, 27.7 kg son carne de pollo.
Esto sin contar a los peces y otros habitantes del mar, que por no ser terrestres siempre se clasifican aparte, pero siguen perteneciendo al reino animal. A este respecto, China se mantiene a la delantera, con un apabullante aumento de pesca marítima (14.8 millones de toneladas anuales) y piscifactorías (63.7 millones de toneladas anuales). A primera vista, estas cifras son solo números sobre papel y gráficas, pero estamos hablando de un intrincado sistema en el que miles de millones de individuos llevan una vida llena de estrés, hacinamiento y sufrimiento para satisfacer esta demanda.
Existen muchas razones por las cuales el mercado del consumo de animales sigue siendo un éxito, entre las principales se encuentran las siguientes:
- Su disponibilidad y precio: comparado con los recursos que consume este sector, adquirir carne es cada vez más accesible para todos los estratos sociales, no solo para los más privilegiados.
- La eficiencia del negocio va en aumento. Cuando la modificación genética y la cría intensiva entraron en juego, los números de producción se dispararon. Cada dia se necesita menos terreno y alimento para sostener las vidas de los animales hasta el día de su muerte.
- Recibe apoyo económico de parte de los gobiernos. Las recomendaciones oficiales alimentarias de una vasta mayoría de países aún incluyen tejidos y derivados animales. Además de esto, existen programas de incentivos a productores del sector agropecuario; tanto para producir animales como para producir la comida de estos.
¿Qué otros factores intervienen en la elección de carne como alimento?
No es un secreto: la gente prefiere la abundancia a la pobreza, la comodidad a la incomodidad, y difícilmente hará cambios que alteren drásticamente el estatus de lo que se percibe como estar bien. El consumo de animales, sobre todo en sus formas más procesadas, sigue siendo símbolo de estabilidad económica. También está el rechazo a las nuevas corrientes de pensamiento que se anidan en la xenofobia y los prejuicios. Conceptos como el veganismo siguen siendo vistos como modas pasajeras o importaciones de otras culturas, especialmente en América.
¿Qué se está haciendo para contrarrestar el crecimiento del mercado de la carne?
El activismo comunitario ha jugado una parte importante en el cambio que hemos visto en la última década. La variedad de grupos y enfoques que promueven la reducción o eliminación del consumo de animales ha permitido la introducción de estas ideas en distintos sectores de la sociedad. Los Lunes sin Carne y el Día sin Carne, cuya celebración se acerca y han logrado institucionalizarse en algunas ciudades, son un ejemplo.
Valdría la pena que aquellos interesados en impulsar este cambio consideren otros factores que podrían acelerar el proceso, como la innovación tecnológica. La carne limpia, tejido animal desarrollado en un laboratorio, podría revolucionar el sistema alimentario actual. En 2013, debido a los costos de investigación, la primera hamburguesa hecha con este material costó 330 mil dólares. En 2020 se espera que cada una tenga un precio de 10 dólares. Otros sucesos no relacionados con el bienestar animal podrían ocurrir. Por ejemplo, el hato de ovejas en Estados Unidos se redujo dramáticamente, de 56 millones en 1942 a 5 millones el día de hoy, debido a la invención del poliéster. Pensar fuera de la caja puede ayudar a los animales, para quienes el fin de su explotación aún parece estar muy lejos.