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Como parte de su trayectoria, este investigador, doctor en ciencias en sistemática, ha trabajado en la descripción de al menos 17 especies nuevas endémicas de bambú mexicano

Eduardo Ruiz Sánchez, explorador del bambú mexicano

Prensa Animal/Agencia Conacyt

Como si se tratara de un alumno más, Eduardo Ruiz Sánchez se abre paso en el jardín botánico del Centro Universitario de Ciencias Biológicas y Agropecuarias (CUCBA). Entre los arbustos algo llama su atención: un bambú. Por años, el biólogo ha estudiado estas especies de plantas y sabe que este día es único, pues es raro ver las flores de esta especie, un bambú que florece cada tres décadas.

Aunque en un principio el doctor Eduardo Ruiz inició con el estudio de pastos, aún no tenía definido cuál especie sería su objeto de investigación

El doctor Eduardo Ruiz es profesor investigador del CUCBA, un campus de la Universidad de Guadalajara (UdeG), y ha dedicado parte de su vida al estudio de los bambúes mesoamericanos, una planta emparentada con el pasto común y que comúnmente se asocia a un origen asiático, explica el académico.

Como parte de su trayectoria, este investigador, doctor en ciencias en sistemática, ha trabajado en la descripción de al menos 17 especies nuevas endémicas de bambú mexicano y también abordó el estudio de estas plantas a nivel taxonómico, filogenético y evolutivo con una serie de artículos publicados en revistas indexadas.

Originario de la localidad de San José de Gracia, en el municipio de Tepatitlán de Morelos, en Los Altos de Jalisco, cuando pequeño, Eduardo fue un “niño pueblerino”, como se autodenomina, y siempre estuvo en contacto con los animales de granja que su familia criaba, desde donde nació su curiosidad por las plantas y los animales.

“Parte de mi amor a la biología surgió de eso. Le preguntaba a mi papá los nombres de las plantas y me respondía con los nombres comunes; en las mañanas me iba a ordeñar vacas y en la tarde las llevábamos al cerro y me iba viendo los pájaros, plantas y demás animales”, relata el docente de la UdeG.

Convencido de que su pasión era la biología, este investigador jalisciense cursó la licenciatura en esta ciencia en el CUCBA, pero casi al final de su camino universitario se le presentó una invitación para participar en el estudio de diferentes especies de pastos, sin saber que ese sería el primer paso para estudiar una planta emparentada con el pasto: el bambú.

Un descriptor de plantas

Durante los estudios de posgrado, este jalisciense viajó por prácticamente todos los estados del país en búsqueda de nuevas especies de bambú para su descripción

Aunque en un principio el doctor Eduardo Ruiz inició con el estudio de pastos, aún no tenía definido cuál especie sería su objeto de investigación. Durante sus estudios de posgrado, en el Instituto de Ecología de Xalapa, un centro público de investigación del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), fue donde empezó a especializarse en el análisis del bambú.

En su primer acercamiento a nivel de estudio con esta planta, el doctor abordó el análisis de dos subespecies del bambú otate (Otatea acuminata) y trabajó en determinar si estas tenían diferencias a nivel genético que las hacían dos diferentes especies o solo la misma con algunas variantes.

Durante los estudios de posgrado, este jalisciense viajó por prácticamente todos los estados del país en búsqueda de nuevas especies de bambú para su descripción. El doctor explica que en el país hay registro de 56 diferentes especies y 34 son endémicas, y los bambúes se dividen en dos tipos: leñosos, con tallos robustos y flexibles, y herbáceos, con características similares a los pastos tradicionales.

“La gente en México no sabe que tenemos bambú endémico porque lo conocen con otro nombre: otate”, relata.

El investigador taxónomo ha trabajado en la descripción de 17 especies de bambú endémicas de México y una colombiana. Eduardo Ruiz relata que en ocasiones por casualidad se ha encontrado con nuevas especies de esta planta durante excursiones o trabajo de campo, por lo que si hay dudas, recurre a analizar las plantas a nivel filogenético para conocer si se trata de un nuevo descubrimiento para la biología.

“Antes de 2011, la última especie fue descrita en 2004, ahora tenemos siete u ocho especies identificadas y sin describir. Hay una nueva especie en Jalisco, una en Oaxaca, una en Chiapas, una en Veracruz, una en Hidalgo, posiblemente otra en San Luis Potosí y tres en Guerrero”, detalla este miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

Pese a que el uso del bambú como material no es su fuerte, el doctor Eduardo recalca que esta planta tiene una serie de bondades que pueden aplicarse en la vida diaria. Por ejemplo, señala que hay especies de bambú que pueden producir tallos para ser utilizados como material de construcción o para decoraciones en accesorios o utensilios.

Además, los tallos de la planta, comúnmente asociada a China, contienen lignina, una fibra que según el doctor Eduardo tiene la capacidad de absorber dióxido de carbono (CO2) y aportar la dureza al bambú, por lo que se puede aprovechar para capturar este componente y mitigar los efectos por la emisión de este gas de efecto invernadero.

Eduardo Ruiz explica que los bambúes tienen periodos irregulares de floración, pues algunas especies producen sus flores a los tres años y otras pueden llegar a alcanzar 120 años antes de iniciar con su reproducción. Otra característica, agrega el doctor, es que la mayoría de los bambúes son monocárpicos, es decir, que solo tienen un periodo reproductivo antes de morir.

El doctor colabora como docente en el CUCBA, donde imparte clases relacionadas con la taxonomía, para lo cual, y para facilitar la explicación, utiliza los bambúes como ejemplo para sus alumnos, y bromea al señalar que busca que los estudiantes también se interesen en el estudio de esta planta.

En un futuro, y luego de haber estado en contacto con el bambú Otatea victoriae, Eduardo plantea analizar los genes de esta planta, que tiene características de superresistencia a la sequía, y ver cuáles son aquellos que le dan esta tolerancia a la falta de agua para poder replicar el sistema en otras especies de plantas.